Por Claudio Valerio – Querido amigo Mario Pelayo. Nos hemos conocido por intermedio del cine. Tú pudiste conocerme, y yo a ti. Nunca olvidaré las gratas charlas que me has dispensado, en primera persona, y te aseguro que en cada una de ellas estuve pendiente de cada uno de tus movimientos y reflexiones.
Y no sabes lo feliz que me hace recordarte y ver, confirmar, la persona de bien que has sido. Cuando sacabas buenos puntos de vista, cuando buscabas la reconciliación con amigos o cuando le brindabas una sonrisa cálida de buenos días a quien se acercaba a ti.
Gestos que fueron fruto de tu constancia, de tu bondad y de tu gran corazón.
Quería escribirte esta carta, como un tributo para ti y con tres consejos que seguro que estarías de acuerdo que los exprese porque van a venir muy bien para quien los lea:
- Valoremos el tiempo, por encima de cualquier regalo material. Es lo
más valioso y debemos hacer grandes esfuerzo por regalarle nuestro
tiempo para estar con quienes queremos y amamos. ¡Seamos felices!. - Hablemos del amor, que es el regalo más grande del mundo, y que
tenemos de nuestros padres, hermanos, amigos y profesores/formadores.
Otras cosas romperán o se perderán; pero el amor no. - Practiquemos la empatía. Sabemos que todos somos iguales, pero a la
vez todos somos diferentes. Hagamos saber que, si somos un poco
diferente a otros, aun así podremos querernos y que caigamos bien.
Querido Mario, te aseguro que vamos a extrañarte. Fue un bello regalo de la vida, y tener tu amistad. Porque los mejores regalos, las mejores palabras y los mejores actos, son siempre aquellos que salen del corazón; y el tuyo fue grande…
Nunca te olvidaremos.