HOY, NO SERÁ CAMPAÑA DE GUERRA SINO DE PAZ

Por Claudio Valerio – Todos nosotros deberíamos prepararnos a tomar papel en la política. A lo mejor no vamos a ir a tierras extranjeras. Sin embargo, hay muchas obras para nosotros dentro de la comunidad. Algunos de nosotros podemos ser colaboradores extraordinarios de la asistencia a los ancianos o cumplir otro cargo en la ciudad. Es posible que nuestra misión sea limitada a nuestra propia casa cuidando a un pariente enfermo. Quizás algunos podamos participar en organizaciones públicas trayendo el amor conciudadano al movimiento del medioambiente o a los Scouts. El propósito aquí es decir que nuestro aporte ciudadano tiene que ir más allá que la de un hacer dominical. Tenemos que llevar a cabo la misión que estos tiempos de aislamiento nos convoca y es la de  encargarnos  de nuestros adultos mayores… Tenemos que mostrar a todos nuestro amor por el otro y sentido solidario con nuestras obras buenas y ejemplos justos.

Todos nosotros en estos días debemos impulsar nuestra esperanza en cuanto a nuestro final y para el presente. Pero la realidad es que la mayoría de las personas están tan atadas a las realidades mundanas, que no se les ocurre mirar hacia el otro lado, donde está la necesidad, donde está quien necesita de una asistencia afectiva que todos nosotros podríamos dar con absoluta perfección. Amor, luz, plena felicidad, gloria, son cosas que muchos de nuestros pares necesitan y que ése debe ser nuestro destino: la realización. Nosotros somos los brazos y las piernas de aquel que nos necesita para llevar a cabo alguna misión.

¡Como quisiera subrayar la importancia de nuestra misión!… Ya no es tiempo para preguntarse de los puestos de poder; ni es tiempo para maravillarse sobre el/los paradero/s de alguno/s. Más bien es tiempo de prepararse para la venida de tiempos de solución. También estemos preparados para todo lo demás.

Debemos trabajar aquí; debemos ser testigos de las enseñanzas que nos deja la aparición del Covid-19. Y así sabremos y comprobaremos que la principal enseñanza es el amor. Por eso, aunque pensemos en la ciudad futura, no podemos descuidar el mejoramiento de todo lo relacionado con nuestro planeta. Y por eso debemos buscar el bien del prójimo.

El proselitismo no es una posibilidad conveniente. Porque es necesario que las personas crean que lo que se está haciendo es para bien; es decir, que conozcan bien la doctrina del porqué del aislamiento social y vivan la radicalidad, cualidad radical, extremosa, del hacerlo. El proselitismo es también necesario para que el pueblo argentino crezca y todos los hombres de toda ciudad, pueblo y barrio cuiden su salud y sus vidas,  como debe ser. Pero es también una exigencia de la vida:

si no se llega ahí, al corazón de las personas y se les plantea el sentido profundo de sus vidas, el transcurrir de las mismas será algo superficial, que no compromete del todo a quien lo hace.

El gran obstáculo del proselitismo está en uno mismo, y es el miedo a tocar temas comprometidos porque se teme que los demás sabrán que uno tiene debilidades y cómo piensa sobre los grandes temas.

Aprendamos de nuestras cobardías y perezas. De ese miedo a quedar expuestos y vulnerables a la enfermedad… No es un triste espectáculo, porque una de las cosas más grandes que podemos hacer en esta vida es acercarnos más a nosotros mismo y conociéndole a quien tenemos cerca.