Falta de oportunidades laborales y educativas, discriminación y burla, vergüenza, sobrepeso, depresión y ansiedad e insatisfacción con el tratamiento son el correlato -muchas veces invisibilizado- detrás de quien sufre dermatitis atópica (DA), una enfermedad crónica y multifactorial de la piel, cuyo principal síntoma es la picazón permanente, con lesiones que puede ubicarse en la cara, el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de las extremidades. 

La enfermedad le impidió acceder a un trabajo a casi 1 de cada 3 pacientes (30,3%).

Desde la Asociación de Dermatitis Atópica Argentina (ADAR) y la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO) se llevó a cabo un relevamiento nacional con pacientes para conocer en qué medida la patología atraviesa sus vidas, sus necesidades y la manera en que el resto de la sociedad los trata.

La investigación, que fue presentada en oportunidad del Día Mundial de la Dermatitis Atópica, que se conmemora cada 14 de septiembre, se realizó mediante encuestas a 508 hombres y mujeres con dermatitis atópica de todas las edades, pero mayoritariamente en el segmento que va de los 19 a los 60 años (edad promedio 29,8 años) y cuyas lesiones se ubicaban mayormente en brazos y piernas. Participaron pacientes de todo el territorio nacional, pero con una alta concentración en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.

Del relevamiento, que tuvo lugar entre el 27 de julio y el 11 de agosto de 2022, se desprende que solo 6 de cada 10 pacientes se encontraban en tratamiento, en su gran mayoría con corticoides en cremas; que -a su vez- el 41,8% de los que están tratándose no estaba satisfecho con los resultados y que el 43% pensó alguna vez en abandonar el tratamiento, principalmente por la falta de mejoras.

“Nos sorprendió el hecho de que un gran porcentaje de personas estén descontentas con el tratamiento actual. Esto es por falta de resultados y también porque tienen dificultades económicas para sostenerlo. La DA no está nomenclada para las coberturas como una enfermedad crónica, que presenta comorbilidades, los tratamientos no están cubiertos y por lo tanto económicamente se hace muchas veces insostenible”, señaló la licenciada en Psicología Laura Vanesa Resnichenco, integrante de ADAR.

El trabajo mostró también que el 30,3% de los pacientes afirmó que la enfermedad le impidió acceder a un empleo, un 20% manifestó haber sido burlado o discriminado en su trabajo por la enfermedad y un 16,3% se considera en desventaja para un ascenso, datos que en su conjunto evidencian el fuerte impacto de la DA en el ámbito laboral.

En tanto, con respecto al área educativa, según el sondeo un 46,1% de los pacientes abandonó o suspendió sus estudios por la enfermedad, 3 de cada 10 manifestaron haber sufrido discriminación, burla o maltrato por parte de compañeros y el 46,9% consideró que su rendimiento fue afectado a causa de su condición.

Por otra parte, si bien la mayoría de quienes tienen de DA se siente muy acompañada por su entorno, un 20% se considera una carga para la familia o cree que provoca lástima. También, 2 de cada 10 consideran que la enfermedad los limita mucho en su vida social y el 17,9% refirió que fueron dejados de lado debido a ésta. A su vez, casi 8 de cada 10 (77,6%) de los encuestados manifestaron que ocultan siempre o algunas veces las lesiones, situación que se observa sobre todo en las mujeres.

El impacto psicológico que la DA genera en los pacientes también fue uno de los ítems que el estudio de ADAR y AEPSO abordó y se observó que 1 de cada 5 pacientes (20%) tenía diagnóstico de depresión o ansiedad, una proporción que era mayor entre las mujeres y en pacientes mayores a 40 años. A su vez, los resultados mostraron que el 8,3% toma medicación psiquiátrica, principalmente antidepresivos y que 1 de cada 4 pensó alguna vez en lastimarse o quitarse la vida.

Quienes presentan DA en general tienen un problema de permeabilidad de barrera cutánea, esto significa que la piel es mucho más permeable, se inflama rápidamente y pierde agua, lo cual provoca que se seque y se inflame más rápido. Para que esto ocurra existen factores genéticos involucrados, de modo tal que si hay antecedentes familiares, como por ejemplo que los dos padres tengan enfermedades alérgicas, existirá hasta un 80% de posibilidades de que el hijo tenga una enfermedad alérgica, como la DA. A su vez, hay factores ambientales que van a activar esos genes.


Según estadísticas internacionales, se estima que en la Argentina la DA afecta al menos un 10% de los niños y adolescentes y en cerca de 3 de cada 10 casos la enfermedad se mantendrá en la adultez.


“Para que se produzca la DA tiene que existir una predisposición genética y el contacto con el medio ambiente que finalmente activa al sistema inmunológico de forma equivocada; luego hay otros factores como el estrés, infecciones o contacto con elementos químicos que irritan más la piel y que pueden empeorar o alterar el control de la DA”, afirmó Claudio Parisi, especialista en Alergia e Inmunología, Jefe de las secciones de alergia adultos y pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires.

(DIB)