La consultora, encuestadora privada de renombre, nos ha hecho llegar a ésta redacción de Multimedios EL DEBATE, su informe de fin de noviembre, la que según su “FICHA TÉCNICA”, tuvo fecha de realización post elecciones 2021,  entre los días “24 al 26 de noviembre de 2021”. Interesante análisis que surge del trabajo que, tuvo en octubre el fiel anticipo del resultado electoral y que, ahora su director el Lic. Jorge Giacobbe, asegura que “el sopapo se hizo carne”. 


Se describe el sistema empleado en el tipo de muestreo, que fue “Ajustado por cuotas de género, edad, regiones, secciones electorales de la provincia de Buenos Aires, comunas de la Ciudad de Buenos Aires. Tamaño de la muestra 2500 CASOS”.

También estiman que tiene un “Margen de error +/- 2%” y que la “Modalidad Cuestionario estructurado con preguntas abiertas y cerradas. Sistema de consulta Encuestas a dispositivos móviles” fue la metodología implementada para su concreción.

Seguidamente te brindamos sus conclusiones y un síntesis de este Informe Especial, el último del presente año con los datos obtenidos post Elecciones de “medio térmico” realizadas el 14 de noviembre, el que luego podrá ver en el link que le ofrecemos al pie.

Bajo el título “ANCHOS FALSOS”, escribe el Lic. Jorge Daniel Giacobbe (director titular de la consultora) en la columna analítica de los resultados de l Encuesta Noviembre 2021.

“Finalmente, el sopapo se hizo carne. La opinión pública argentina salió a las urnas a decirle al gobierno cuán disgustada está, perdiendo 15% en todo el país, incluso en sus distritos más potentes. Aún así, es interesante retratar
que Cristina sigue en pie, frente a la disolución de la fantasía de los “supuestos votos” de sus aliados (Alberto Fernández y Sergio Massa). El Frente de Todos retrocede casilleros, volviendo a ser el Frente para la Victoria.

En lo actitudinal, tras eso el gobierno abandonó la fase de la depresión y desorientación, para volver a la de negación de la realidad. Se trata de un mecanismo de defensa que seguramente auto-perciban más digno que mostrarse débiles, pero los aleja del 70% del electorado.

Dos mitos temerarios muestran sus grietas y crujen tras las enseñanzas de éstos comicios. El primero, aquella idea tan vieja (y tirada de los pelos) de que el peronismo unido es invencible. Ha quedado claro que Cristina, Alberto y Massa siguen juntos, pero ya no tienen 48% de los votos. Es la unión de ella con la nada

El segundo, que los aparatos y el clientelismo tienen una potencia desmesurada suficiente para dar vuelta elecciones. Ambos deben ser revisados y puestos en medida, sobre todo la próxima vez que el sistema político pretenda corrernos con anchos falsos.

En la Provincia de Buenos Aires, para dar un ejemplo, Victoria Tolosa Paz creció 460 mil votos entre las PASO y las generales. Poniendo en la cancha todo el dinero del Estado, todo el dinero negro, todos los fiscales, todos los aparatos municipales, todo el clientelismo posible, todas las heladeras, todas las bicicletas, los bolsones de comida y demás. En cambio José Luis Espert, sin poner la plata del Estado, ni la negra, ni los fiscales, ni los autos de los intendentes, ni repartir las boletas casa por casa, ni tener casi publicidad, creció 240 mil votos.

Poniendo todo: 460 mil votos. Poniendo nada: 240 mil votos. ¿Entonces, cual es la real capacidad de los aparatos?

El sopapo debería haber sido mayor, de no ser porque ese 7% de la población no fue a votar. En las últimas décadas de democracia, el presentismo tendió a subir y se estabilizó en 78% a nivel nacional. En las elecciones generales de 2021 el presentismo fue de 71%. El peor en décadas.

Esto nos pone frente a un fenómeno nuevo: el ausentismo resulta ser la tercera fuerza nacional, seguida de la izquierda y el liberalismo. A esta altura del año y del comportamiento social, no se lo podemos atribuir a la pandemia. Si le sumamos, además, el 5% de votos blancos y nulos, el 7% se convierte en 12%.

Tenemos un público que, cansado de tener que elegir entre Frankenstein y el Hombre Lobo, huye de la responsabilidad democrática. Hay argentinos, sobre todo jóvenes, entendiendo que la democracia, por sí misma, no soluciona problemas. Es lo que supimos conquistar.

VAMOS A LOS DATOS

En todos los datos recopilados en esta encuesta post electoral podemos ver que el kirchnerista de a pie está con el ánimo planchado. Incluso el público más duro y fiel, está lleno de dudas y conflictuado frente a una realidad que ya no se puede maquillar, un presidente que les resulta ridículo y un frente político que brilla por sus incoherencias e incapacidades. Han votado para “bancar la parada”, pero están a disgusto.

Cristina y Alberto ya están por debajo de los veinte puntos de imagen positiva, mientras que los dirigentes principales de la oposición están muy por encima. Incluso resulta irritante para ellos que, en la comparación, Mauricio Macri esté nuevamente creciendo.

Ahora la población se divide en un 66% que cree una cosa, y 33% que cree otra.

Es una grieta, pero muy despareja. Sin embargo, pese a la enorme frustración de los unos y los otros, y las fantasías de recambio de gobierno, no parece haber un clima social de revuelta. Y tampoco parece haber un sistema político que entre bambalinas lo esté empujando. Si todo sale bien viviremos un fin de año triste, lacónico y angustiante, pero sin plazas de mayo

La política sigue sin conectarse con las expectativas de la gente y planteará la reelección de los intendentes, teniendo casi al 75% de los argentinos en contra.

Que no se quejen cuando ese enchufe les haga sentir sus 220 voltios.

La percepción de problemas del país arroja conceptos que no están en vías de ser solucionados, y las expectativas de futuro son horribles para el año que viene. El clima los próximos dos años será similar a divorciarse sin poder irse del hogar. Agobiante y claustrofóbico.

El poder ejecutivo desprestigiado, desconectado, desconcertado y sin ideas. El poder legislativo astillado e imposibilitado para avanzar en soluciones. El poder judicial con 3% de imagen positiva. Es la foto de nuestra república.

Mientras tanto nos percibimos a nosotros con una crudeza pasmosa.

Ignorantes, mansos, corruptos, vagos, conformistas, irresponsables y boludos.

Los ciudadanos argentinos también somos, como nuestros dirigentes y como nuestros miedos viejos, un conjunto de anchos falsos. Podemos utilizar esos datos para autoflagelarnos, victimizarnos y buscar culpables. O podemos utilizarlos para hacernos cargo de nuestros errores como individuos y sociedad, en virtud de dar unos primeros pasitos hacia la idea de crecer”, termina Giacobbe.


El informe completo