Un estudio desarrollado por científicos argentinos entrecruzó datos biológicos y climáticos, y determinó que las elevadas temperaturas afectan al desarrollo de los espermatozoides.
Un estudio realizado por investigadores del CONICET confirmó que la exposición prolongada a olas de calor reduce la fertilidad masculina. Los científicos arribaron a esa conclusión luego de entrecruzar datos de análisis biológicos y climáticos. Así, se vincularon análisis de semen de cerca de 55 mil hombres de entre 18 y 60 años, habitantes de la Ciudad de Buenos Aires, con registros del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), tomados entre 2005 y 2023.
En el lapso de tiempo determinado hubo un total de 124 días enmarcados en la denominación ola de calor, definida como período que presenta al menos 3 días consecutivos con temperaturas máximas y mínimas, superiores a los 32,3°C y 22°C respectivamente.
“Encontramos una asociación negativa entre las olas de calor cuya frecuencia se ve incrementada por el cambio climático y la calidad del semen. Nuestro análisis reveló que aquellos hombres expuestos a olas de calor durante el desarrollo de sus espermatozoides (3 meses previos a la obtención de la muestra de semen) mostraron un menor número de espermatozoides y una morfología normal disminuida en comparación con aquellos que no estuvieron expuestos durante ese período”, indicó Mónica Vazquez-Levin, coordinadora del estudio, investigadora del CONICET en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME, CONICET- F-IBYME) y fundadora y coordinadora de AndroLATAM, red de profesionales en Salud Reproductiva Masculina de Latinoamérica.
Diversas condiciones que inducen estrés térmico se asocian con una disminución de la calidad del semen evidenciado por la presencia de alteraciones en sus indicadores, como cantidad, motilidad y morfología espermática. “Ejemplo de ello son ciertas condiciones clínicas, como el varicocele y la obesidad, así como situaciones socioambientales de exposición prolongada a altas temperaturas, como se observa en ciertas tareas laborales, tal el caso de soldadores, panaderos, herreros, y durante la temporada de verano”, detalló Vazquez-Levin, también directora del Laboratorio de Estudios de Interacción Celular en Reproducción y Cáncer en el IBYME y asesora al Departamento de Salud e Investigación Sexual y Reproductiva (SRH) de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y agregó: “Las olas de calor también ejercen un efecto negativo sobre la producción espermática, evidenciado por las alteraciones en los indicadores, según se informa en los resultados de nuestra investigación”.
El estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, se hizo en colaboración con el Laboratorio Clínico CEUSA-LAEH de la ciudad de Buenos Aires.
Infertilidad masculina
Según describe la OMS, a nivel mundial, aproximadamente una de cada seis personas experimenta infertilidad a lo largo de su vida, con el 50% de los casos atribuidos a factores masculinos.
La infertilidad masculina es una enfermedad compleja que tiene numerosos componentes, tanto de origen genético como socioambientales. Existen evidencias sobre el efecto perjudicial de numerosos agentes y conductas que ponen en riesgo y alteran el potencial fértil y reproducción futura del varón, como el consumo de alcohol, de tabaco, la exposición a contaminación ambiental que afecta el sistema endocrino, ciertos medicamentos, estrés, la dieta, infecciones de transmisión sexual y el aumento de la edad de paternidad.
“Debemos destacar que nuestro trabajo es el primero en las Américas que demuestra que las olas de calor, sus temperaturas, su extensión y su frecuencia tienen un impacto negativo en los indicadores del semen que se asocian al potencial fecundante espermático”, destacó Vazquez-Levin, quien también es integrante de la Iniciativa de Salud Reproductiva Masculina de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE, según sus siglas en inglés). Y precisó: “Nuestros hallazgos destacan la importancia de considerar los factores climáticos, en particular las olas de calor, en el contexto de la salud reproductiva masculina, y se suman a otros factores que han contribuido a la disminución de la calidad del semen a nivel mundial en las últimas décadas. Solo mediante el trabajo articulado entre los ámbitos científico, asistencial y de políticas sanitarias podremos enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático y anticipar un mejor escenario para la salud reproductiva y general de las personas y de las próximas generaciones”. (DIB) ACR