La casa museo acoge ‘The enigma of the hour’, una muestra que explora la asociación entre sus teorías y el arte contemporáneo junto a obras de Paloma Varga Weisz, Simon Moretti, Linder o Daniel Silver.
Su despacho permanece tal y como él lo dejó en el momento de su muerte (recurrió a la eutanasia, incapaz de soportar el dolor que le producía un cáncer de mandíbula); sus icónicas gafas redondas descansan sobre los papeles de su escritorio y su silla giratoria aparece apartada, como si acabara de levantarse.
Quienes pasen por allí antes del 4 de agosto se llevarán un sobresalto aún mayor. Junto a la mesa, sobre la alfombra, yace un maniquí articulado de tamaño natural, postrado como si acabara de sufrir un ataque. Aquí y allá asaltan bustos con cabezas sin rostro, una efigie femenina con seis pechos o cuadros que mezclan a modo de collage estatuas egipcias con fotogramas de películas de Pasolini.
El motivo no es otro que la exposición que alberga para celebrar el centenario del International Journal of Psychoanalisis (IJP), biblia de esta teoría.
Entre las obras más impactantes que se agolpan en el Museo Freud está Man, bent (2019), el maniquí creado por Paloma Varga Weisz. Como si fuera un intermediario entre la persona y el objeto, esta figura articulada de tamaño natural y tallada en madera, recuerda al modelo anatómico de madera articulado, capaz de asumir varias posiciones y roles, al servicio del artista.
Esta exposición sólo podría haber tenido lugar en el Museo Freud. Según sus responsables, el escenario ha determinado el tono de las obras, que se completan con una vitrina con valioso material histórico.
Fuente: El País