LA NOCHE Y SU VULNERABLE CLIENTELA

Por Daniel A. Vogel – Hola, buen domingo para todos en una mañana cargada de sol, después de que, al fin durante el transcurso de la semana pasada, llegasen las esperadas y necesarias lluvias a la ciudad de Zárate.

Hablemos de la semana pasada, la última de enero, esa precisamente donde la violencia zarateña volvió a estar en primer lugar, con dos asesinatos de productores rurales y el de un joven en una pelea.

Mientras tanto, también en esta semana que transcurrió, escuchamos los alegatos en el juicio por la muerte de Fernando en Villa Gesell a manos de vecinos de la ciudad de Zárate, y escuchamos a la madre de Báez Sosa y también, a los 8 implicados y acusados que en el banquillo del Tribunal de Dolores terminaron su juicio y nos dejaron escuchar, sus últimas palabras.

Mientras corren los días que se tomó el Tribunal que dará la sentencia, que condenará como pidieron la fiscalía y el particular damnificado o absolverá como pidió la defensa, las horas transcurren y los medios de comunicación, principalmente los televisivos, no dejan de ofrecer vídeos de otras peleas similares en distintas provincias y localidades del país.

Atónitos vemos como la experiencia mal llamada de “los rugbiers de Zárate” en Villa Gesell, parece no ser una alerta contra la violencia juvenil, en las madrugadas post boliche.

Vale preguntarnos entonces ¿es solo un problema de la juventud?

 Acaso no deberíamos ya preguntarnos si el verdadero problema está donde nadie quiere ver, donde nadie difunde y comenta u opina; que es ni más ni menos que en el negocio de la nocturnidad, el negocio de la noche con los jóvenes, como vulnerable clientela.

Preguntarse las autoridades -a amenos que estén en complicidad o asociadas- ¿qué pasa en los lugares donde la juventud va a divertirse, a pasarla bien, a bailar y terminan muchos de ellos subidos a una actitud violenta?

Actitudes que tal vez no es lo que refleja sus personalidades o su accionar en vida cuando están solos y desempeñando sus distintos roles en la comunidad, disímil a las conductas que vemos a la salida de un boliche de madrugada, donde el negocio allí “los invita” a alterar en muchos casos, su educación, sus costumbres y su forma de vivir pacífica.

Nadie habla e investiga que pasa dentro de los boliches, que se consume, que se ofrece y hasta qué cosas se les “regala u obsequia” consumir, lo que provoca la vulnerabilidad de cambio de conductas y hasta llevarlos luego a semejante barbarie de violencia, odio y muerte en las madrugadas, post salida a divertirse.

Alguien tiene que hacerse cargo de lo que está ocurriendo, aunque esto los lleve a tener que romper y/o controlar desde el Estado el negocio de la nocturnidad. Es hora de preguntarse e investigar, si allí el consumo los hace vulnerables y en muchos casos, los torna indefensos quedando expuestos, para el triste espectáculo de las peleas violentas en las puertas o inmediaciones de los negocios de la nocturnidad.

AL QUE LE QUEPA EL SAYO….