LAS BOAS NO SE ABRAZAN

Por Eduardo Rivas – Desde los inicios de su obra maestra, El Principito, Antoine de Saint Exupéry nos recuerda que ‘Las serpientes boas tragan sus presas enteras, sin masticarlas’, y este aprendizaje que él lo utiliza como explicación académica de sus dibujos, bien puede servir para entender la política.

En estas épocas de extrema volatilidad de las lealtades partidarias, por la inexistencia de los partidos políticos, y de las lealtades ideológicas, claramente identificables a partir de lo que el sociólogo Zygmunt Bauman denominara ‘modernidad líquida’, algo tan básico como el proceder de las boas debería ser tenido en cuenta en el proceso de la construcción de poder.

Está claro que sin estructuras que construyan y modelen un proyecto político en el que, circunstancialmente, un ciudadano ocupe el rol de líder, el proceso para erigir una alternativa de poder real requiere de múltiples actores con diferentes intereses, muchos de ellos contrarios entre sí, pero que comparten la necesidad del triunfo del líder para su propio triunfo personal. Su proyecto es individual, no colectivo, y no se trata de la modificación, parcial o radical, de la sociedad sino de la variación, siempre medida en términos económicos, de su propia realidad.

En este contexto, se plantea un dilema cuasi ético respecto hasta dónde son posibles los acuerdos y las negociaciones con quienes piensan diferente para alcanzar un objetivo y, en última instancia, la discusión del objetivo en sí mismo, puesto que para alguno el medio se convierte, en fin.

¿Qué hacer entonces cuando uno se acerca a la orilla del arroyo y lo invitan a cruzarlo juntos como aquel escorpión a la rana? Para quien no recuerde la fábula, cuenta el Centro Virtual Cervantes que ‘había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:

-Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…

– ¿Que te lleve a mi espalda? -contestó la rana-. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.

-No seas tonta -le respondió entonces el escorpión-. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?

Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:

-Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.

Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:

-Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.

El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:

-No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.

Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:

-Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.

Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.’

En términos políticos esto es ¿cuál es el límite dentro de una negociación para acceder al poder, teniendo en cuenta claro está, que ciertas realidades solo se modifican accediendo a él?

Para participar en política, pero fundamentalmente para acceder a cargos electivos se necesitan recursos. Se necesita dinero, transporte, locales partidarios, se necesita dinero. Y no siempre quienes se candidatean disponen de él, se plantea entonces un dilema más que interesante, cuando uno encuentra un escorpión que le ofrece compartir el viaje. ¿Está dispuesto a hacerlo o no?

Sin embargo, en la política argentina, y sobran ejemplos que así lo demuestran, la realidad se parece más a la de las boas que a la de los escorpiones. Porque hay muchos que creen que lo que comenzó como una convivencia se transformará poco a poco en un proyecto común. Es falso, no se comparte el proyecto, tan solo se comparte parte del viaje, pero los destinos son distintos.

Por ello hay que tener en claro cuál es el límite. Qué es lo que se está dispuesto a negociar. Qué es lo que se está dispuesto a transigir. Porque más allá que haya muchos que quieran hacer pasar como propia la idea y el accionar, está claro que hay quien prestidigita por detrás la dirección, la velocidad, y todo lo referido al viaje.

Si uno lo tiene claro, no suele haber problemas, pero esto es muy poco común.

La mayoría de las veces creen estar abrazando a la boa, mientras la serpiente se los está engullendo.

Nos toca vivir épocas de abundancia de boas, está en nosotros intentar cazarlas o abrazarlas.

Nosotros tenemos claro que las boas, no se abrazan.

‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.’

RODOLFO WALSH – AGENCIA CLANDESTINA DE NOTICIAS