Los robots se hacen cargo del cuidado de los ancianos en Japón

Los robots invadieron el geriátrico Shin-tomi de Tokio, que utiliza 20 modelos diferentes para cuidar a sus residentes. El gobierno japonés espera que se vuelva un modelo para que la amplia experiencia en robótica del país ayude a lidiar con el envejecimiento acelerado de su población y la disminución de su fuerza laboral.

Permitir que los robots ayuden a cuidar a los mayores -un trabajo que muchos consideran que necesita tacto humano- puede parecer una idea estremecedora en Occidente. Pero muchos japoneses la ven como algo positivo, especialmente porque los medios de comunicación más populares describen a los artefactos como amistosos y serviciales.

Existen muchos obstáculos que podrían dificultar la rápida proliferación de robots destinados al cuidado de ancianos: costos altos, cuestiones de seguridad, dudas sobre su utilidad y dificultades para hacerlos funcionar. El gobierno japonés financió el desarrollo de robots para el cuidado de los mayores para suplir la falta proyectada para 2025 de 380.000 trabajadores especializados.


 

A pesar de algunas medidas que permiten que los profesionales extranjeros trabajen en el cuidado de ancianos, aún persisten trabas al empleo en el sector, que incluyen, por ejemplo, exámenes en japonés. Para fines de 2017, sólo 18 extranjeros tenían visas como enfermeros, una categoría creada en 2016.

Pero las autoridades y las empresas también están enfocadas en un objetivo mayor: la industria potencialmente lucrativa de exportación de robots a países como Alemania, Italia y China, que enfrentan desafíos demográficos similares en el presente o el futuro cercano.


 

“Es una oportunidad para nosotros”, dice Atsushi Yasuda, director de la oficina de política robótica del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI, según sus siglas en inglés).

El año pasado, Shin-tomi fue visitado por más de 100 grupos extranjeros de países como China, Corea del Sur y Holanda.

La distribución de los robots está a cargo del ministerio de trabajo, que en el año que terminó en marzo último, gastó 50 millones de dólares para incorporarlos a 5.000 instalaciones de todo el país. No existen datos oficiales sobre cuántas de esas instalaciones que utilizan robots se dedican al tratamiento de la salud.

Los funcionarios del gobierno subrayan que los robots no reemplazarán a los enfermeros humanos. “Pueden asistir con fuerza, movilidad y monitoreo. No pueden reemplazar a los humanos, pero pueden ahorrar tiempo y trabajo”, dice Yasuda, del METI. “Si los trabajadores tienen más tiempo, pueden hacer otras tareas”.

Pepper, de SoftBank, se usa alrededor de 500 geriátricos japoneses para animar juegos, rutinas de ejercicios y conversaciones rudimentarias. Pero Shohei Fijiwara, directivo de SoftBank Robotics, una empresa del conglomerado Grupo SoftBank, dice que algunos trabajadores tienen problemas para hacerlo funcionar. También les gustaría que Pepper respondiera a instrucciones vocales y se moviera independientemente, funciones que SoftBank espera poder añadir este año, señaló Fijiwara.

Sensible y tierna, Paro reacciona al tacto, la voz y la luz moviendo la cabeza, parpadeando y emitiendo sonidos de focas arpa canadienses. “¡Cuando acaricié sus pelos por primera vez, se movió de una manera tan hermosa! Parecía que estaba viva en serio”, se ríe Saki Sakamoto, de 79 años, residente de Shin-tomi. “Apenas la toqué, no dejé que se fuera nunca más.”