MARTÍN FIERRO TENÍA RAZÓN… Y ARNULPHI TAMBIÉN

Por Eduardo Rivas – José Hernández dice en su libro Martín Fierro, el mayor poema gaucho argentino, ‘No hay tiempo que no se acabe Ni tiento que no se corte.’, y como en tantas otras situaciones parece explicar al dedillo lo que ocurre por estos días en el país.

La semana pasada contamos que estábamos a dos semanas de la fecha lanzada por el presidente Javier Milei para la firma del denominado ‘Pacto de Mayo’ y que estábamos con el pescado sin vender.

Pocos días después, inicialmente el ministro Guillermo Francos y posteriormente el propio presidente Milei, reconocieron que hay grandes probabilidades que el pescado siga sin venderse y, en consecuencia, no se firme el tan mentado pacto.

Milei afirmó, en referencia al acto refundacional, ‘No hay problema, las reformas estructurales son para el largo plazo y si no es en mayo, será en junio o en julio, pero las reformas estructurales tarde o temprano las vamos a hacer’, dando a entrever que es mucho más flexible de lo que argumenta en el discurso, y esto quedó más que claro tras la primera semana de reuniones de comisiones en el Senado de la Nación, donde al toparse con un férreo rechazo al tratamiento y aprobación exprés, tuvo que negociar para lograr poner a salvo gran parte del proyecto original, bajo el riesgo de perderlo todo.

Según el Teorema de Baglini (que, en realidad, según su expositor, debiera denominarse Teorema de Arnulphi porque lo formuló su mujer María Beatriz Arnulphi) ‘la seriedad y responsabilidad de las posiciones es inversamente proporcional a la distancia que a uno lo separa del poder’ puesto que ‘a menor distancia del poder, menor irresponsabilidad y mayor responsabilidad.’

Raúl Baglini lo presentó en 1984 durante el debate sobre la Deuda Externa en la Cámara de Diputados de la Nación y desde entonces, en sus diferentes acepciones, se utiliza con asiduidad en la política argentina.

Milei lo corrobora una vez más. Más allá de sus discursos, de su encendida proclama, de sus cuidados enojos, y guiñados exabruptos, el Presidente entendió que la política es negociación y consenso, mucho más cuando se parte de una situación minoritaria como la que ostenta en el Parlamento nacional.

Se acabó la luna de miel y la luna de Milei, el tiento se cortó y hay que empezar a gobernar con acciones y sin tanto discurso, y para poder hacerlo es necesario que se siente a una misma mesa los diferentes poderes del Estado y, de manera equilibrada, decidan el camino a seguir.

Martín Fierro tenía razón… y Arnulphi también. Milei lo entendió.

¿Habrá sido a tiempo?