De acuerdo con una estudio al que tuvo acceso Infobae, elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, entre 2010 y 2023, los síntomas de ansiedad y depresión crecieron más del 8% . Según los investigadores, en la sociedad actual predominan un clima de inquietud, la sensación de falta de control sobre la propia situación, y sentimientos de impotencia y desesperanza
Buena parte de la sociedad argentina, con el telón de fondo de vaivenes económicos y sociales, ha sufrido contrastes y desafíos crecientes. Esto lo refleja un nuevo informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), al que tuvo hoy acceso Infobae, que cartografió desde 2010 hasta 2023 el paisaje del desarrollo humano y social del país; revelando un aumento impactante en el malestar psicológico. Este ha crecido del 18,4% al 26,7%, particularmente en mujeres y en las áreas urbanas, donde el tejido social parece más frágil y permeable al deterioro del bienestar.
Solange Rodríguez Espínola es doctora en Psicología y coordinadora del documento de la UCA —titulado “Desigualdad estructural en el desarrollo humano y social (2010-2023). Esfuerzos para el bienestar frente a la persistente inestabilidad económica y social”— y quien puso en contexto el trabajo estadístico realizado por el equipo del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA).
Según Rodríguez Espínola, “los aciertos y desaciertos en materia de políticas públicas demostraron un importante impacto en el acceso a la salud frente a un sistema colapsado por la demanda pospandémica que no logra reponerse frente a los ajustes económicos”. En este contexto de incertidumbre política y social, agregó la investigadora, los problemas económicos continuaron exacerbando la vulnerabilidad en sectores ya de por sí desfavorecidos.
La doctora en Psicología destacó que la situación económica “generó preocupación en amplios sectores de la sociedad, especialmente en las familias de bajos ingresos que enfrentaron dificultades para llegar a fin de mes”. Este panorama se traduce en un deterioro del bienestar general. “Predomina un clima de inquietud, la sensación de falta de control sobre la propia situación y sentimientos de impotencia y desesperanza, sumado a lo que puede decantar en síntomas de ansiedad y depresión”.
En el extenso trabajo, los expertos analizaron las capacidades socio-afectivas y los recursos psicosociales en relación con el bienestar subjetivo durante el periodo 2010-2023. Se enfocaron en el llamado malestar psicológico —quienes declararon tener síntomas de ansiedad y depresión—, el sentimiento de infelicidad —la percepción negativa del estado de ánimo que produce una sensación de insatisfacción y/o tristeza— y el déficit de apoyo social —amigos y familiares cercanos con los que cada persona se siente a gusto—.
Así, aparece una tendencia creciente en el malestar psicológico, que alcanzó su pico máximo el año pasado (26,7%), es decir en 1 de cada 4 personas. El sentimiento de infelicidad se mantuvo estable, ya que osciló entre el 11% y 14%. El valor más alto en este aspecto fue en 2020 —durante las restricciones por la pandemia— con el 14,5%, mientras el déficit de apoyo social disminuyó en los últimos años, debido a que afectó al 18,1% en 2023.
Los grupos más afectados por estas carencias, remarca el informe, son aquellos en situación de vulnerabilidad socioeconómica y con bajos niveles educativos. Son las mujeres y las personas de mediana edad las que mostraron mayor malestar psicológico, mientras que los ancianos presentaron un déficit más elevado en sus redes sociales. El malestar psicológico en mujeres fue del 30,5% y el déficit de la red social en personas mayores de 60 años alcanzó el 29,5%, según el trabajo de investigación.
De esta forma, se observó un deterioro del bienestar subjetivo en 2023, especialmente en personas de estrato socioeconómico bajo y en áreas metropolitanas como el conurbano bonaerense.
Según el análisis del periodo 2010-2023, el malestar psicológico mostró una tendencia al alza, con valores promedio del 23,6% en 2020 y el 24,9% en 2021. Este crecimiento en la sintomatología ansiosa y depresiva fue más pronunciado en las mujeres, quienes alcanzaron un 30,5% en 2023. En los hombres, el porcentaje se ubicó en 22,8%.
El déficit de apoyo social estructural, aunque ha descendido en 2023 al 18,1%, fluctuó entre el 21,3% y el 26% durante el periodo comprendido entre 2010 y 2019”.
Para las personas en situación de pobreza por ingresos, el malestar psicológico, en 2023, fue especialmente elevado, ya que afectó a un 39,5%, mientras que en el grupo de menores ingresos con vulnerabilidad socio-ocupacional alcanzó un 40,3%.
Finalmente, la falta de red social fue marcadamente elevada en los adultos mayores, teniendo en cuenta que se manifestaron de ese modo el 29,5% de las personas de más de 60 años, en 2023, mientras que en el grupo de personas de nivel educativo bajo, el déficit de apoyo social fue del 27,8%.
Qué se detectó en el acceso a la salud
En Argentina, el acceso a la salud y las percepciones sobre el estado de salud de las personas han mostrado variaciones significativas a lo largo de los años, según el informe.
El año pasado, el 14,2% de los adultos reportaron tener problemas de salud importantes o enfermedades crónicas, un aumento respecto de los años de la pandemia de COVID-19, cuando los valores fueron más bajos, ya que alcanzaron el 13% en 2020 y el 12,6% en 2021. Este fenómeno podría estar relacionado con la disminución de consultas médicas durante la crisis sanitaria por el coronavirus, estimaron los autores del trabajo, ya que entonces la atención médica se centró en quienes padecían COVID-19.
El informe también destacó que las personas que viven en hogares en situación de marginalidad reportaron un estado de salud deficitario en un 21%, duplicando así los valores de los estratos más favorecidos. Además, se observa una brecha de género persistente: el 17,1% de las mujeres indicaron tener problemas de salud, en comparación con el 10,8% de los hombres. La percepción de un estado de salud deficitario también aumenta con la edad, debido a que afecta al 33,6% de los adultos de 75 años o más.
En cuanto a los hábitos de ejercicio físico, el 63,9% de los adultos urbanos en 2023 no realizó actividad física al menos una vez a la semana, un aumento respecto al año anterior. Este déficit fue más pronunciado en hogares de nivel socioeconómico muy bajo, donde ocho de cada diez personas dijeron no practicar ejercicio, en comparación con el 45,4% en niveles socioeconómicos altos. Las mujeres presentan un mayor déficit en este aspecto, con un 66,6% que no realizó ejercicio, frente al 60,8% de los hombres.
El acceso a la atención médica también mostró fluctuaciones. En 2023, el 12% de las personas no realizó una consulta médica anual a pesar de tener problemas de salud, por lo que se volvió en ese aspecto a los niveles previos a la pandemia. Este porcentaje fue más alto en hogares de bajos ingresos, donde alcanzó el 14,8%, mientras que en estratos medios profesionales fue solo del 4,4%. Además, el uso del subsistema de salud público ha aumentado, con un 34,5% de los adultos urbanos que reportaron su uso en la última atención médica, un incremento significativo desde el inicio de la pandemia.
La crisis socioeconómica actual y la creciente informalidad laboral podrían estar impulsando el aumento en el uso de los centros de salud públicos, advirtieron los autores. En hogares de bajo nivel socioeconómico, el 62,8% de las personas utilizaron el subsistema público en su última consulta médica, en contraste con el 6,8% en hogares de nivel socioeconómico alto. Esta tendencia también se reflejó en las condiciones de precariedad laboral y residencial, donde el 53,8% de las personas recurrieron al sistema público.
Estos datos reflejan una desigualdad estructural en el acceso y en la percepción de la salud en Argentina, influenciada por factores socioeconómicos, de género y edad. La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto trascendente en estos indicadores, ya que alteró los patrones de atención médica y la percepción de la salud que ahora parecen estar volviendo a sus tendencias anteriores.
Por Daniela Blanco