OSCAR DUDOK: Una gran historia de vida, para escuchar y admirar, de un argentino que triunfó lejos de nuestra tierra

oska1Oscar Dudok es amigo personal del director de este Multimedios de toda la vida, nacido en Luján abandonado por su padres, criado por sus abuelos en la más absoluta pobreza, un día se fué con pasaje regalado a Melbourne (ciudad australiana) en los primeros meses de 1980, hoy es un éxitoso empresario que dá trabajo a más de 300 personas y sus empresas facturan millones de dólares. Nos revela el “secreto” después de contarnos la dura vida que le tocó vivir en Luján y, deja un mensaje para sus queridos hermanos argentinos. (Imperdible nota al pie)

“Me fui como turista, no porque tenía dinero, sino porque me habían regalado el pasaje para poder viajar. Mi idea era irme a EEUU para vivir; siempre admiré a los yanquis porque pensé que eran los salvadores del mundo. Es una lástima, porque en Argentina muchos piensan que EEUU es la salvación, el dólar norteamericano es la respuesta a nuestros problemas y sería mejor si los americanos plantasen bandera y nos hacemos colonia estadounidense. Eso es un engaño”, dijo.

oska2 oska¿Cómo está formada tu familia y en qué época? “Yo me fui de Argentina con la escuela primaria hecha, no tengo secundaria, no fui a la universidad, sin oficio ni experiencia: sólo con ganas de hacer muchas cosas. Mi padre me dejó cuando tenía 2 años y mi madre cuando tenía 9 al irse a trabajar de sirvienta. Me crié con mis abuelos en poca abundancia (sólo carne una vez a la semana pidiéndole al carnicero los cortes bien grasosos, quizás un huevo frito, fideos o arroz). No teníamos luz eléctrica para un baño, nosotros íbamos a la Escuela de Luján y había que calentar agua afuera y esperar en un paraíso que se oscurezca. No había heladera ni tampoco TV, pero nunca se lo reproché a nadie. Eran otros tiempos realmente.”

oska3¿Cómo fue tu ida? “Una valija vacía y sin hablar el idioma: no sabía absolutamente nada de Inglés. Quise aprenderlo y esa fue una de las razones por las que me quise quedar en Australia, pero mi idea de ir a EEUU algún día seguía en pie. Vivía con una familia yugoslava que me consiguió trabajo en un frigorífico donde trabajaban todos yugoslavos y aprendí a hablar en serbio. Como no me servía, dejé el trabajo aunque me pagaban bien. Para mí, el salvavidas era poder comunicarme de esa manera. Lo interesante fue que, después de un año de estar en Australia de manera “ilegal”, fui, prácticamente rogué por la visa y misteriosamente me dejaron quedarme no siendo posible. Yo me vinculé 21 años con grupos de jóvenes. Vi a una chica que estaba comprometida con un ingeniero nuclear, pero eso no me impidió conquistarla y convencerla para que rompiera el noviazgo con el canadiense. Hoy esa chica es mi esposa y se llama Helen (o Elena traducido al castellano), con quien tengo dos hijos llamados Kennen (de 30 años) y Kendy (de 34), y dos nietos: Rowen (de 5) y Emily (de 3)”.

El encuentro junto al asado argentino, y los cuatro amigos de toda la vida, el pasado fin de semana junto al director de EL DEBATE, Ruben y Dito (también argentino en Australia, ex colaborador de las columnas de EL DEBATE).
El encuentro junto al asado argentino, y los cuatro amigos de toda la vida, el pasado fin de semana junto al director de EL DEBATE, Ruben y Dito (también argentino en Australia, ex colaborador de las columnas de EL DEBATE).

¿En qué momento decidiste hacer algo propio? “Empecé como carpintero y no me gustó porque el polvillo era muy lejos de trabajar, el frigorífico tampoco por los cambios bruscos de aire y la transpiración, luego estuve en una fábrica de aires acondicionados y a los 6 meses me hicieron jefe de piso (porque era hasta donde podía llegar), de ahí a una jabonera y me pusieron como jefe de producción, siendo también el límite. Estuve 3 años de trabajo en trabajo y mejora en mejora, ganando mucho dinero y sin embargo decían que era un vago porque no me quedaba. Finalmente, me encontré con un judío que necesitaba un carpintero: si alguien me mostraba qué era lo que había que hacer, yo podía hacerlo igual o mejor. Lo hice todos los años, pero la empresa se vendió mediante un convenio americano-holandés”.


“Es necesario decir que, como chicos, grandes o ancianos, todos tenemos sueños que, como dice la Zamba de mi esperanza, a veces mueren sin florecer. Se debe mantener esa esperanza viva sabiendo quiénes somos nosotros, descubriéndonos y confiar en las fuerzas que tenemos o no, pero, más allá, debemos creer en alguien superior a nosotros, en mi caso, puse mi fe en Dios”.


“Cuando me casé -describe-, no teníamos dinero ni para pagar el alquiler y debimos vivir en una carpa hasta juntarlo. Actualmente tengo 3 empresas de 260, 60 y 35 empleados respectivamente, y los negocios van: hay que manejarlos, no se manejan solos. El factor comparativo que manejo es el pueblo: me doy cuenta que, en Argentina, la culpa no es del animal sino el que le da de comer. Hay que dejar de estar engañados y creer promesas vacías: lo único seguro es la misión que uno puede llegar a tener. Yo me tengo que levantar cada día y pensar qué es lo que tengo que hacer para tener éxito y ser emprendedor. “Si querés volar con las águilas, no escarbes con los pavos”, dice un dicho. Las águilas se remontan, usan el viento y eligen su prisa; en cambio, los pavos comen la basura. ¿Qué querés ser?: ¿águila o pavo?”, afirmó.

EL ENCUENTRO, CON PELUCAS QUE TRAEN RECUERDOS DE JUVENTUD...
EL ENCUENTRO, CON PELUCAS QUE TRAEN RECUERDOS…

Para finalizar la charla, Dudock dejó esta reflexión: “Hay que atreverse a creer en aquello que uno no ve u hoy no existe. Para atreverse a creer, uno debe soñar en grande, no en chico. También hay que tener fe en que alguien que ve y sabe todas las cosas te hizo para un propósito. A mí Dios me hizo de la forma que soy hoy, no nací por casualidad ni porque sí. Hay un propósito y me gusta pasar boleta: sé a quién conozco y en quién he creído. Este Dios me enseñó, entre otras cosas, a hablar en cuatro idiomas. No estudié, no fui a la escuela, pero sé que este Dios tan grande tiene planes hasta para el más chico.


Mi mensaje es que lo vas a encontrar al lado de tu cama, de rodillas, tal vez en tu almohada, en los ojos de los chicos, manejando en el auto… la mayoría de la gente piensa que lo va a encontrar en una iglesia, y puede ser, pero creo que si no lo encontrás dentro de tu corazón no lo encontrás en ningún lado. De ahí van a salir las visiones: Argentina necesita visión, y sale desde adentro porque Dios dio miles de propósitos para vivir”.


 La entrevista a Dudok en radio EL DEBATE

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