¿PADRES BUENOS O BUENOS PADRES?

Por Daniel Armando Vogel – Hola buen día, buen domingo para todos. Casi mitad de marzo y calores más sofocantes, mucho humo por las noches y mañanas, y con promedios récord de temperaturas que por varias décadas no ocurrían. Pero, hoy si me permiten, pensaremos sobre los padres.

A mis 63 años, el pasado 3 de marzo, quedé definitivamente huérfano.

El 28 de marzo próximo, se cumplirán 8 años que se fue mi padre Armando y ahora, hace 8 días se fue mi mamá Susana. Soy huérfano definitivamente.

Y hablar de orfandad y de buenos o malos padres, es un tema que muchas veces esquivamos. Comprendo que muchos hijos quedan sin ellos, mucho antes de lo que en mi vida ocurrió con casi llegando a mis 64 años, lo que me hace un privilegiado.

Susana y Armando fueron buenos padres, para mí.

Ellos me enseñaron a amar a Dios y a la vida. A respetar al prójimo y a tener una mirada solidaria. A trabajar, me pusieron límites donde había que ponerlos y donde ya casi no se ponen. Fui un bendecido por sus vidas, la que me dieron a mí y la de mis cinco hermanos.

Gracias doy a Dios por ellos, y por las enseñanzas que supieron darme, con algunos métodos que hoy, generarían cuestionamientos y hasta, denuncias. Pero, creo, supieron con amor construir una linda familia que hoy, “la psicología” podría poner en tela de juicio.

Pero no voy a hablar solo de ellos, lo que ya dije basta.

Para completar esta columna de reflexión, vamos a compartir el aporte del colega Ricardo Bustos desde Misiones, pensamientos que muchas veces hemos publicado con su firma y que hoy me hace llegar con su particular mirada sobre que, NO ES LO MISMO SER “BUENOS PADRES”… QUE “PADRES BUENOS”. Y dice:

“Antes solo se producía los fines de semana, pero ahora es una constante todas las madrugadas. Las sirenas de las ambulancias o los patrulleros se dejan oír, cuando se dirigen con urgencia por alguno de los accidentes que a diario se producen en las calles y avenidas de cualquier pueblo o ciudad del país, protagonizados, en su gran mayoría por menores de edad en estado de ebriedad.

Si bien es cierto, existe enorme preocupación por parte de las autoridades y especialmente por muchos padres (no todos) de los jóvenes que protagonizan los accidentes en autos o motos, es contradictoria la actuación de las autoridades porque no se llega al origen del delito con la fuerza de la Ley porque seguimos siendo testigos que en cualquier comercio se vende alcohol a los menores.

El precio de un litro de cerveza es más barato que un litro de leche y con muy fácil acceso para quienes quieran comprar. Hoy los adolescentes, no se conforman con beber solamente cerveza y agregan a su cóctel fernet, vodka o cuanta bebida se les presente, con el agregado del estómago vacío, que produce estragos al poco tiempo de haber sido ingeridos. No se está tomando en cuenta que el inicio de estas prácticas nos muestra también, en menor cantidad a niños que no superan los 13 años.

Ya no importa la edad de los jóvenes, cualquier chico del secundario se reúne en las esquinas con sus amigos con el solo fin de beber para de esa manera formar parte, “pertenecer” a esa legión de chicos que no comprenden el daño que se están haciendo con cada sorbo de bebida. A ello debemos agregar la moda de reunirse en casas de familia cuando los mayores… “casualmente” no están.

Los controles no existen y muy de vez en cuando podemos leer en los diarios que fue sancionado o clausurado un comercio por vender alcohol a menores, cuando todos sabemos que son muchas las veces que los mismos mayores les compran.

Un estudio médico sobre las consecuencias del alcohol en los adolescentes determinó que hoy los jóvenes toman más alcohol que las generaciones anteriores y que 30% de ellos tienen accidentes automovilísticos o domésticos a causa de ello y ni hablar del comportamiento mental a futuro. El relevamiento midió el efecto que tiene en los menores los excesos en el consumo, fundamentalmente en las llamadas previas o “preboliches”» que se organizan antes de asistir a los lugares bailables o reuniones organizadas por ellos.

Entre las conclusiones del estudio que realizaron caracterizados neurólogos se mencionaron: la gran preocupación por el desarrollo intelectual futuro de los jóvenes que se exceden en el consumo de alcohol, los altos índices de accidentes relacionados con dicho consumo y la pérdida de capacidades cognitivas y específicamente de la memoria en los jóvenes que toman bebidas alcohólicas de manera continua y excesiva, se destacó además que hoy los más jóvenes consumen dos o tres veces más alcohol que las generaciones anteriores, esto es muy grave, y el alcohol, en su consumo sostenido y crónico produce enfermedad cerebral que afecta fundamentalmente a la memoria, al desarrollo intelectual y por ende a la oportunidad futura en el mercado laboral. Ante este escenario, se hace difícil…casi imposible, hablar de dignidad ante la inmensa platea juvenil.

Un día en un tiempo no lejano, nos enteramos que en todo el mundo se estaba prohibiendo la publicidad de los cigarrillos en cualquier medio de difusión, el cartel de “Prohibido Fumar” está por todos lados y no está mal… ahora estamos esperando aquel que diga “prohibido tomar alcohol o sustancias que lo condenen a la exclusión”, pero los medios masivos como la televisión sólo les prometen el éxito fácil bailando, cantando, soñando, pidiendo un crédito y gastando con la tarjeta sin límites como si fuera un deporte nacional ya aceptado, una adolescencia extendida que en la realidad todos sabemos no existe porque detrás de estos personajes que quieren parecer chicos, hay hijos que los están observando y reciben como ejemplo una extraña sensación de vacío que nadie ocupa en sus vidas. Por esa misma razón, no es casualidad que los “verdaderos jóvenes” buscan refugio en sitios que no siempre le deparan momentos de felicidad.

Está comprobado que los adolescentes copian y por su falta de experiencia, muchas veces lo hacen mal, por ello es menester que, como corresponde, aquellos que tienen responsabilidad directa sobre ellos, comiencen con el trabajo en serio para intentar al menos revertir este flagelo con medidas concretas y no con simples palabras. Nuestros jóvenes se están destruyendo la vida cada día un poco más y después será muy tarde.

Quizá uno de los motivos de esas actitudes es no tener oídos que los escuchen o mayores que los contengan. Tanto la seguridad como la salud son elementos que deben existir para el bien de los ciudadanos cuando son primordiales ante una emergencia, pero a este paso estarán disponibles todas las noches al servicio de los jóvenes y su errático comportamiento.

Y como si nada hubiera ocurrido con la cantidad de accidentes en los jóvenes, especialmente a pleno sol en las mañanas del domingo, las ambulancias no paran un instante por la enorme cantidad de lesionados que hay con las motos o los autos a gran velocidad.

La mayoría de nosotros tomamos o hemos tomado bebidas alcohólicas pero lo hacíamos en determinados momentos y no como ahora que es habitual ver a los muchachos y… chicas, sentados en la vereda tomando cerveza del pico a cualquier hora del día. Espero, confío, hago votos para que ese dinero que llega desde el Estado (nosotros) en un plan denominado PROGRESAR no vaya a engrosar las arcas de los bolicheros que venden cerveza y de una vez por todas la juventud pueda encaminarse hacia un rumbo de futuro sano de cuerpo y alma.

“La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla”, (Jean Jacques Rousseau-escritor, filósofo, músico suizo)” (SIC).

Amigos queridos, a mis casi 64 años, quedé huérfano de padre y madre, a otros les toca despedirlos antes, pero muchos que los tienen vivos, también revisten una situación de orfandad, según la realidad que nos mostró Ricardo, este domingo.

Y vos, ¿Qué tipo de padre sos?

AL QUE LE QUEPA EL SAYO…