Por Daniel Armando Vogel – Hola, buen día buen domingo para todos. Ya estamos en primavera, aunque todavía no nos demos cuenta llegó la estación más linda del año y está entre nosotros, mientras vamos contando los días en cuenta regresiva a menos de 30 ya, cuando todos los argentinos iremos a las urnas el próximo 22 de octubre para elegir las nuevas autoridades.
Estamos notando cómo se incrementan las campañas, las visitas, las promesas y los compromisos que los distintos candidatos asumen ante el electorado para ver si consiguen el favor del voto en las urnas que los depositen en el privilegio de ser electos para conducir sus destinos, tanto de Zárate, como de la provincia, la nación y cada uno de los municipios de nuestro territorio.
En Zárate tenemos cuatro que se ofrecerán en el cuarto oscuro, 1 mujer y 3 varones y las propuestas algunas más otras menos se van conociendo. Algunas con nada, otras con poco presupuesto y alguna haciendo uso de recursos del estado para promocionar su campaña electoral.
Y mientras tanto la vida de las comunidades sigue transitando entre la inflación que nos carcome el bolsillo y la mesa de los trabajadores, la inseguridad, el riesgo de la cobertura en salud que fue la amenaza de la semana y las noticias cotidianas.
Entre las noticias de esta semana quiero compartir con ustedes lo que ocurrió en la madrugada del martes en una casa cerca del edificio de este Multimedio.
Eran cerca de las 2:00 de la madrugada cuando la autobomba de Bomberos Voluntarios fue convocada para sofocar el incendio de una casa precaria y cuando llegaron las llamas ya la habían consumido prácticamente toda. La triste sorpresa fue que al recorrer los escombros de la vivienda encontraron en sus cenizas el cuerpo carbonizado de Marcelo Alejandro Hernández de 35 años y una de sus mascotas.
Profundo dolor le causó a la familia de EL DEBATE, como a mucha gente de la comunidad, esta triste noticia.
Quiero amigos, permitirme hoy compartir algo personal, ya que Marcelo y su banda de fieles acompañantes, unos 5 o 6 perros de distintos colores y de raza perruna cada 1 de ellos, vivieron en el cañadón del Urquiza pegado a nuestras ventanas durante casi 2 años, soportando los fríos, los calores, las lluvias, los soles, las navidades, las fiestas y muchas noches conflictivas.
Marcelo y un amigo suyo vivieron ahí abajo a la intemperie durante ese tiempo; y aunque quisimos ayudarlos hablando con el municipio y con personas que se ocupan de quienes están en condición de calle, como por ejemplo el Hermano Marcelo, lamentablemente no logramos revertir la situación.
Ellos en abandono casi total, desayunaban, almorzaban, merendaban y cenaban con alcohol fino y muchas noches tuvimos que dejar de dormir por los conflictos que ahí abajo existían y los ladridos interminables de esa banda de fieles acompañantes, los perros de Marcelo, que fue un luchador, trabajador y honesto vecino de calle, zarateño.
No estoy denunciando hoy la situación porque la soportamos con amor y con comprensión, mientras duró.
Digo esto porque quiero detenerme en los dos cadáveres calcinados que se encontraron en la casa. Se dice que Marcelo estaba alcoholizado, que prendió un cigarrillo y se durmió, que eso habría originado el incendio, pero no quiero quedarme solo ahí, sino en el “otro cadáver” el del perrito que murió con él.
Ese fiel acompañante perruno no estaba alcoholizado, como su dueño.
Seguramente como buen animal, olfateó con tiempo el humo, el calor del fuego lo sintió sin dudas, fue consciente del incendio que se venía, pero ahí se quedó -los otros perros, sus compañeros se fueron-, pero este dejó su vida tal vez tratando de despertar a su amigo humano, eligiendo morir a su lado, como buen compañero, como su mejor amigo…
Te despedimos Marcelo. Te conocimos bien, ¡qué lástima el final “Papuuuuu”!!!!
AL QUE LE QUEPA EL SAYO….