Un paseo por estos tranquilos humedales de compacta vegetación flotante, en medio del incesante y armónico rumor que produce la naturaleza, es una vivencia única e intransferible. Aquí el viajero se ve obligado a hacer silencio para disfrutar del particular sonido del Iberá, que no sale en las fotos y entremezcla el movimiento en el agua de yacarés, pecaríes y carpinchos, con los cantos de diversas aves y los sobrecogedores aullidos de los monos carayá.
Convertido hoy en uno de los destinos turísticos que más se ha desarrollado en el país en los últimos años, recibiendo un creciente caudal de visitantes extranjeros, este vasto y magnífico espacio de biodiversidad que ocupa 1.300.000 hectáreas del litoral correntino representa una expresión única de la vida animal y vegetal que lo convierte en uno de los humedales protegidos más importantes del planeta.
Los esteros ofrecen a los visitantes la posibilidad única de observar y conocer, muy de cerca, la fauna silvestre en su ambiente natural como el caso del carpincho, el yacaré, el ciervo de los pantanos, el lobito de río o el aguará guazú -estas últimas cuatro especies reconocidas como Monumentos Naturales de la provincia de Corrientes- además de más de 350 especies de aves entre las que destacan la garza mora, el tordo amarillo, y el yetapá de collar con su magnífica cola. En total conviven aquí más de 4 mil especies de flora y fauna, algunas de ellas en peligro de desaparecer.
Recorrer esta zona del litoral argentino permite también tomar contacto con la forma de vida ibereña que se refleja en su música, el idioma guaraní de sus primeros habitantes (Iberá significa “agua que brilla” en esa lengua), en su gastronomía que amalgama ingredientes de la tierra como choclo, mandioca y calabaza andai, y el clásico mate con chipá.
Las principales puertas de entrada a los esteros son cinco localidades ubicadas en su entorno, conocidas como los Portales del Iberá: el Portal Carambola, en la localidad de Concepción del Yaguareté Corá; el Portal San Nicolás, en San Miguel; el Portal Cambyreta, en Ituzaingó; el Portal Galarza, en Laguna Galarza; y el Portal Laguna Iberá, en Colonia Carlos Pellegrini, la más conocida de las poblaciones turísticas de la zona.
Cada uno de estos portales cuenta con su propia propuesta de actividades, recorridas y experiencias, lo que permite al visitante planificar su estadía de acuerdo al lugar en que se encuentre y el tipo de actividad que desee realizar.
También varían la oferta de infraestructura y logística y los precios de los alojamientos y excursiones, aunque éstos no sufren variaciones notables entre los meses de más afluencia de público y los de temporada baja.
¿Cuál es la mejor época para visitar los esteros? Si bien cada época del año tiene sus encantos, los meses de agosto a diciembre son los más elegidos, ya que a fines del octavo mes todo el entorno natural comienza a reverdecer con una explosión de colores que se va acentuando con la llegada de las temperaturas más cálidas.
Entre las actividades más demandadas se cuentan los paseos en lancha, kayak, canoa a botador (llamada así porque se conduce con una larga tacuara al estilo del gondolero veneciano) y canoa tirada a caballo así como avistajes de fauna diurna y nocturna, safaris fotográficos y paseos a caballo por los pueblos de la zona.
Los amantes de la naturaleza encuentran en los esteros el destino ideal, ya que todas las excursiones se prestan para observar y fotografiar su abundante vida natural, representada
por 85 especies de mamíferos, 35 de reptiles y alrededor de 45 anfibios además de las más de 350 especies de aves, muchas de las cuales son autóctonas.
Los diversos recorridos están dispuestos mayormente en sintonía con los “tiempos del Iberá”, es decir, en las primeras horas de la mañana y últimas de la tarde para poder apreciar el mayor movimiento de la fauna y las salidas y puestas del sol así como descansar en las horas de mayor calor.
Durante los paseos es posible reconocer al tímido ciervo de los pantanos -cuya cornamenta suele asomar entre la vegetación-, al venado de las pampas, carpinchos, zorros y el tatú. También los yacarés negros y overos, además de aves como el ñandú, garzas, cigüeñas y el cardenal amarillo, de espectaculares colores, y especies varias de serpientes y peces como el dorado, el sábalo y la piraña.
Los recorridos por agua atraviesan la vegetación frondosa y exuberante que cubre extensas áreas. El camalote es el género más común y conforma la base de los embalsados (mantos flotantes de vegetación compacta), junto con la amapola de agua, la ortiga acuática, el junco y las achiras. Sobre esta superficie, que desde el aire parece tierra firme, crecen arbustos y árboles como el ceibo, curupí y laurel del río, entre otros.
Asimismo, el ñangapirí, el lapacho, el laurel, el ombú, el sauce, el timbó y el urunday son las especies más representativas de los montes o bosques hidrófilos, junto con las palmeras carandá y pindó.
Todas las actividades tienen costo y son realizadas por prestadores privados y guías locales. Los paseos “acuáticos” cuentan con el apoyo de los guardaparques del Parque Provincial Iberá.
En el Portal San Nicolás y el Portal Laguna Iberá hay senderos pedestres que pueden realizarse sin el acompañamiento obligatorio de un guía, aunque se recomienda salir con alguno de ellos para reconocer la diversidad de animales y plantas durante el recorrido y acceder a información valiosa sobre las diferentes especies.