Por primera vez en la Argentina, un estudio determinó el efecto de herbicidas, fertilización y siembra de forrajeras sobre la estabilidad y la diversidad de estos frágiles ecosistemas de la Pampa Austral. Alertan sobre el posible deterioro que causaría aplicar tales prácticas.
Desde hace tiempo, la expansión de la agricultura en la Argentina provoca el desplazamiento de la ganadería hacia zonas o regiones consideradas ‘marginales’, en general más frágiles y menos productivas. Particularmente, los pastizales serranos de la Pampa Austral están sufriendo un gran aumento de la presión ganadera, sumado al uso de prácticas de manejo copiadas de otros sistemas —como la fertilización y la promoción química de especies forrajeras— sin considerar ni particularidades ni diferencias entre ellos. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) investigó los impactos de estos manejos y halló que promover el forraje invernal con glifosato reduce drásticamente los pastos más nutritivos y aumenta las especies que el ganado no come. Advierten sobre los riesgos de copiar manejos de otros sistemas desconociendo sus posibles consecuencias.
“Hicimos un experimento en las sierras de Tandil para ver de qué manera impactan en sus pastizales, únicos por su diversidad, algunas prácticas agronómicas que se están ‘importando’ desde pastizales de otras regiones, como la Depresión del Salado, donde se los usa para mejorar la oferta invernal de forraje para el ganado”, comentó Rómulo Ghibaudo, recientemente egresado de la carrera de Agronomía en la FAUBA.
En su tesis, Rómulo investigó los efectos de tres prácticas. Una fue la promoción de raigrás, que se basa en aplicar el herbicida glifosato en verano para estimular que este pasto forrajero se establezca en el invierno con mínima competencia de otras especies. Otra fue cortar mecánicamente con motoguadaña la vegetación simulando un pastoreo intenso. Por último, se fertilizó con fósforo y nitrógeno, además de sembrar raigrás y leguminosas de alta calidad forrajera como lotus y trébol blanco. Los estudios de Ghibaudo fueron dirigidos por Pablo García Parisi y codirigidos por Marina Omacini, docentes de las cátedras de Forrajicultura y Ecología de la FAUBA, respectivamente.
“Aplicar glifosato hizo que el raigrás que sembramos se estableciera muy bien, hasta un 24% más que en las parcelas a las que no les hicimos ningún tratamiento. Sin embargo, luego desapareció, muy probablemente por la escasez de lluvias. En el caso de lotus y de trébol blanco, directamente no germinaron. Hay que tener en cuenta que realizamos los experimentos en el año más seco de los últimos 18 y que, además, casi no llovió en invierno”, sostuvo Rómulo.
Los resultados de Ghibaudo también muestran que la promoción de raigrás con glifosato tiene consecuencias negativas para la estructura de estos pastizales. “La aplicación del herbicida a fines del verano hizo que se perdiera el 56% de la biomasa de gramíneas —pastos— de buena aptitud para la producción. Y como si esto fuera poco, aumentó hasta un 202% la biomasa de otras plantas que el ganado no come. Estas especies, además, ‘impidieron’ que se establecieran las mejores para el ganado”, detalló el ingeniero.
“Cuando realizamos el corte mecánico, el número de especies de gramíneas se mantuvo y las plantas indeseables no avanzaron. Evidentemente, los pocos recursos que liberó el corte —es decir, agua, luz y nutrientes— los tomaron las especies vegetales que ya estaban instaladas. Por suerte, esta técnica no genera que se pierdan las forrajeras más deseables”, resaltó Rómulo. Y en relación con la fertilización, añadió que no tuvo ningún efecto probablemente por la escasez de precipitaciones.
Para Ghibaudo, los resultados de su tesis demuestran que las prácticas ‘importadas’ de otras regiones pueden tener consecuencias graves e inesperadas sobre los pastizales serranos debido a las particularidades de estos ecosistemas.
La fragilidad como característica
Rómulo Ghibaudo puso un énfasis especial en marcar las características que diferencian a los pastizales de Tandil de los de otras regiones. “Estos pastizales son delicados. En las sierras, la topografía es ondulada, las pendientes son abruptas y los suelos son rocosos y poco profundos. Incluso, en algunos sectores sufren erosión eólica si se elimina la cobertura vegetal. Esto los hace distintos de, por ejemplo, los de la Pampa Deprimida con su relieve plano, o los de la Pampa Interior, donde los suelos son más profundos”.
El joven ingeniero también se detuvo en las particularidades de la flora en las sierras. Durante su investigación, en estos pastizales llegó a registrar cerca de 70 especies vegetales, de las cuales 50 eran nativas. Esto los hace casi prístinos, es decir, muy cercanos a la vegetación natural original, intacta, algo prácticamente imposible de encontrar en otros pastizales de la región o del país. “Por eso, es fundamental estudiarlos en este momento, cuando, justamente, se los está queriendo empezar a usar más intensamente con manejos agronómicos no adecuados”.
“Creo que mi tesis es una herramienta que nos permite decirle a los y las productoras ‘no copien estos manejos nada más que porque en otros pastizales funcionan’. O bien recomendarles que analicen cuidadosamente lo que van a hacer, que primero experimenten en superficies pequeñas y durante algunos años para tener idea de la variabilidad, y una vez que funcione bien, recién ahí aplicarlos. Si bien es cierto que como agrónomos atendemos a los rendimientos, también debemos cuidar los recursos y el ambiente. Estas ideas están presentes a lo largo de mi trabajo”, puntualizó Ghibaudo.
Un primer paso en la sierra
“La tesis de Rómulo se inserta en una línea que venimos desarrollando hace años”, señaló Pablo García Parisi, quien también es investigador del CONICET. Y agregó: “Nuestro grupo en la FAUBA estudia ciertos microorganismos que viven asociados a determinados pastos —una relación llamada simbiosis—, y qué rol juegan dichas simbiosis en la sustentabilidad de los ecosistemas agrícolas. Si como agrónomos implementamos los manejos que estudió Rómulo y afectamos las simbiosis, podríamos estar reduciendo la sustentabilidad de estos pastizales”.
No obstante, Pablo reconoció que antes de profundizar en las consecuencias de la aplicación de glifosato o de la fertilización sobre los microorganismos y las simbiosis en esos pastizales particulares, primero era necesario saber qué pasaba con su vegetación, tan diversa y rica en especies. “Los experimentos de Rómulo representaron un primer paso en el camino de explorar lo que sucede con los microorganismos que se asocian a las plantas en los pastizales serranos de Tandil”.
“A mi modo de ver, esta tesis se destaca porque además de aportar conocimiento a la ecología de las comunidades, responde una pregunta genuina del campo de aplicación directo del ingeniero agrónomo, que es cómo aumentar la productividad de esas sierras, pero cuidando el recurso, que es bastante frágil. A partir de estos resultados creo que cambió un poquito la forma de manejar los pastizales en el establecimiento donde trabajamos. Este es un detalle que realza la importancia de la tesis de Rómulo”, concluyó García Parisi.
Por: Pablo A Roset (SLT-FAUBA)