Por las bajas temperaturas, cuando el monóxido de carbono se convierte en un enemigo silencioso ante la llegada del invierno y el termómetro marcando menos de 10 grados nos obliga a calefaccionar los ambientes. En la pandemia nos quedamos más tiempo en casa y esto aumenta el riesgo de intoxicación por la mala combustión en artefactos que funcionan a gas, carbón, kerosene y leña. Las precauciones necesarias pueden salvar vidas.

“El monóxido de carbono es altamente venenoso”, explica el doctor Eduardo Scarlato, jefe de la División Toxicología del Hospital de Clínicas “es un gas imperceptible, no puede olerse, no irrita los ojos ni produce tos. Se produce por la mala combustión del oxígeno y cuando se lo inhala en grandes cantidades, por acumulación en el ambiente, puede llevar a la pérdida de conocimiento, asfixia e incluso provocar un paro cardio-respiratorio”.

Los síntomas de intoxicación por CO pueden ser: dolor de cabeza, náuseas, vómitos, confusión, visión borrosa, problemas de coordinación en la marcha, palpitaciones y respiración agitada.

“La persona intoxicada puede presentar una fuerte coloración rosada que suele confundirse con buen estado de salud o calor cuando, en realidad, es producto de la acción del gas en la sangre”, indica Eduardo Scarlato jefe de la División Toxicología del Hospital de Clínicas.

Se estima que cada año mueren alrededor de 200 personas en nuestro país como consecuencia de la intoxicación por CO, a partir del mal funcionamiento de cocinas, calefones, estufas y demás artefactos de uso doméstico.

“La consulta periódica a un gasista matriculado, la adecuada ventilación de los ambientes en donde se produce la combustión, la precaución de calefaccionar las viviendas solo durante el día y el apagado de los artefactos como estufas a kerosene y salamandras durante la noche, son algunas de las medidas más importantes para prevenir problemas”, asegura Scarlato.

A estas recomendaciones se suma el no utilizar el horno para secar ropa o calentar el ambiente, no ubicar el calefón en el baño y vigilar la coloración de las llamas encendidas. “El fuego debe ser siempre de color azul. Una llama amarilla o naranja es símbolo de mala combustión”, puntualiza.

En caso de malestar, lo principal es abrir las ventanas o salir y respirar aire fresco. Aunque el malestar pase, es recomendable llamar a emergencias y realizar la consulta con un especialista.