La Red de Agroecología (REDAE) del INTA desarrolla proyectos de reconversión de la producción de papa hacia una forma cooperativa que no perjudique el ambiente y la salud humana. La experiencia de Traslasierra, Córdoba, contada por sus protagonistas.

Hay un mito que dice que la región de Traslasierra, en Córdoba, fue ganada en una partida de truco a un caudillo cuyano. Al oeste de la provincia, Traslasierra, conocida ahora por su perfil turístico,  fue antes que eso región de extractivismo maderero y minero, sede de grandes tabacaleras y zona reconocida por su importante producción de papa.

“El cultivo de la papa para nuestra economía regional es sumamente importante por la mano de obra que demanda, pero también es altamente demandante de insumos externos. Hoy se están aplicando entre 600 y 800 kilos de abonos químicos por hectárea y por ciclo de cultivo. Esto ha generado numerosos problemas en la salud de la población y la degradación de los suelos”, cuenta César Gramaglia, ingeniero agrónomo integrante de la Red de Agroecología del INTA (REDAE).

El ingeniero César Gramaglia de la REDAE-INTA

Diversas experiencias

En busca de una alternativa, Gramaglia viene generando diversas formaciones en agroecología, poda de árboles, bioinsumos y encuentros de semillas, e incentivando la conformación de experiencias productivas cooperativas en la región. También impulsa procesos de reconversión de la producción convencional a la agroecológica, como el que lleva adelante desde 2019 con la familia Cardinali, en el pueblo de Los Cerillos. Allí, el año pasado, apoyó un experimento para la tesis de grado de Tamara Arregui, estudiante avanzada de Agronomía de la Universidad Nacional de Río Cuarto. A través de una experiencia comparativa se demostró que una parcela de papa agroecológica superó en un 7% los rindes de la papa convencional.

“Es un tema que estamos trabajando con los agricultores, porque hay un mito al respecto. Hemos demostrado que producir alimentos con un enfoque agroecológico reduce los costos de producción. Por eso han florecido acá, en Traslasierra, pero también en otros lugares de Córdoba, muchísimas redes que intentan unir a los productores con los consumidores conscientes, de manera local, reduciendo intermediarios y costos ambientales, con un producto más sano”, aclara Gramaglia.

Recientemente, también en Los Cerrillos, se realizó un encuentro organizado por la ONG ambiental Zapam Zucum (financiado por el grupo cripto Fork Dao) para fomentar este tipo de producción y comercialización en la región. Además de Gramaglia, estuvo presente el director de Ordenamiento Territorial del Ministerio de Ambiente de la provincia de Córdoba, Pablo Rivero, que ya ha implementado este proceso en su gestión como jefe comunal de Villa Ciudad Parque a través de un polo agroecológico.

“Pudimos financiar el proyecto, que nació de la escuela, de la materia de Higiene y Seguridad, junto al docente e ingeniero Fernando Parra. Empezaron a indagar en el vínculo entre la salud de las personas y el modelo de producción de papa. Surgió un proyecto para reforestar todo el borde del pueblo con una cortina forestal. Le pusimos de nombre Muralla Viva”, cuenta Penélope Paz, integrante de Zapam Zucum. “De todas maneras, esta es una solución de corto plazo. La idea es poder cambiar el modelo productivo en el largo plazo sin perjudicar el trabajo de los vecinos, sino mejorándolo”, agrega.

“Fue una experiencia realmente muy interesante, porque estaba presente la intendenta, una delegación de la provincia, docentes, estudiantes, laburantes y consumidores de la zona. Estamos hablando de Los Cerrillos, que representan el núcleo duro vinculado al agronegocio de la papa”, relata Gramaglia. “A mí me da la impresión, al caminar el territorio, que el tema está en boca de toda la comunidad, a veces sotto voce, porque siempre existe el temor de perder el trabajo. Pero la propuesta no es ir en contra de nadie, sino de sumar a los productores, a los trabajadores rurales, a las escuelas, con el objetivo de beneficiarnos todos de manera integral y conjunta”, aclara.

El papel de los consumidores

Gramaglia explica que, a medida que avanzan las nuevas propuestas y se ven sus beneficios (en paralelo a los costos del modelo agrícola dominante), también hay que estar atentos a las trampas del sistema: “El rol del consumidor es clave. Como consumidores tenemos un alto grado de responsabilidad. Si mañana voy al chino y compro el aceite de la Aceitera General Deheza, seguimos fomentando ese sistema de producción dominante que es perjudicial no solo para el planeta, sino para nosotros mismos. Es importante indagar sobre el origen de los alimentos que consumimos, de qué manera se producen, quién los produce”, propone.

Por último, el ingeniero del INTA concluye: “Incluso el agronegocio reconoce ahora, luego de muchos años de negación, los daños económicos, sociales y ambientales ocasionados en el territorio. Ahora pretende perpetuarse y reproducirse mediante estrategias para maquillarse de verde. Pero la agroecología es otra cosa: una ciencia de base campesina y con diálogo de saberes”.

Por: Tomás Astelarra (Tiempo Argentino)