Durante muchos años se ha afirmado que los bosques son nuestros grandes aliados para mitigar el cambio climático debido a su capacidad para el secuestro de carbono.
Sin embargo, depositar en ellos toda la responsabilidad confiando en que los árboles ‘harán su trabajo’ mientras seguimos emitiendo gases con efecto invernadero a la atmósfera no es la solución, y numerosos estudios ya se han encargado de demostrarlo.
Un trabajo publicado en la revista Global Change Biology en marzo de 2019 aportaba distintos motivos por los que las reforestaciones no son la mejor solución, ni la más rápida, para frenar el cambio climático.
Si bien se trata de herramientas necesarias para ayudar en la mitigación del problema y que servirán a largo plazo, no tenemos tiempo y lo que hay que hacer es frenar la quema de combustibles fósiles, como también afirmaba otro estudio publicado en Earth’s Future en 2017.
El cambio climático es un problema muy complejo y, por tanto, las soluciones nunca serán sencillas. Al contrario de lo que sucedía con el agujero de la capa de ozono, que tenía una fuente muy concreta – ciertos compuestos entre los que destacan los CFC-, y una solución directa – dejar de emitir CFC-, el desafío ambiental al que nos enfrentamos ahora tiene dimensiones distintas, empezando porque la principal causa (las emisiones de gases con efecto invernadero), están implicadas en muchos aspectos de nuestra vida.
Todas las estrategias para mitigar el cambio climático, algunas más efectivas que otras, serán bienvenidas pero, como alerta el divulgador y experto Andreu Escrivá, autor del libro ‘No es tarde’, “estamos frente a un desafío que también es social y económico (afecta a nuestra forma de vivir y de consumir), y no basta con confiar en una solución tecnológica que resuelva el problema”.
Fuente: Muy Interesante