Durante muchos años los registros de esta especie fueron escasos en territorio bonaerense. Se relaciona su recolonización a los cambios en la producción agropecuaria. Un trabajo de investigación de 2020 da cuenta de apariciones en 81 distritos.

El pasado marzo, trabajadores agropecuarios realizaban tareas de picado con máquinas y camiones en un campo del distrito de Florentino Ameghino cuando fueron sorprendidos por cuatro pumas. Ese mismo mes, un hombre que circulaba por la ruta 29 encontró un ejemplar de la especie muerto cerca de Jeppener (en Brandsen), a unos 50 kilómetros del centro de la ciudad de La Plata. En abril fue hallado un cachorro de puma en una cosecha de soja de la localidad de Valdés (25 de Mayo). En mayo otro de estos animales se paseó por las calles de Lobería. En junio fue divisado uno en San Miguel del Monte y en agosto otro merodeó por patios de viviendas de Punta Alta (Coronel Rosales).

En una búsqueda rápida en Google se pueden encontrar todos estos hechos. Es que, las noticias de apariciones de pumas en la provincia de Buenos Aires se volvieron algo cotidiano y los especialistas dan cuenta de una recolonización que comenzó en las últimas décadas.

El puma (Puma concolor) es considerado el cuarto mayor felino del mundo (después del tigre, el león y el jaguar). Se trata de un animal ágil: un corredor veloz que puede dar saltos y que también sabe nadar. La especie es adaptable a distintos ambientes y varía de color y tamaño según la región en la que se encuentre. Habita desde Canadá hasta la Patagonia.

Un documento realizado por el investigador Eduardo De Lucca para la Fundación Azara, en el marco del proyecto de conservación “Puma de las pampas”, señala que “para mediados del siglo XX la totalidad de las poblaciones de puma (Puma concolor) fueron extirpadas de la ecorregión pampeana de la Argentina” y que fue en la década del setenta que comenzó un proceso de recolonización.

La actividad humana

La retirada del puma de la provincia parece estar relacionada a la presencia de personas en el campo y a la actividad agropecuaria. En el trabajo de investigación “El puma recoloniza el centro y el este del ecosistema de las pampas”, publicado en 2014, los investigadores Nicolás Chimento y De Lucca señalaron que “la introducción de millones de ovinos a partir de mediados del siglo XIX” y “la masiva ocupación” del campo “seguramente fueron determinantes para la marcada contracción poblacional de puma” en las pampas.

En otro trabajo publicado en 2020 (“El puma en las pampas de la provincia de Buenos Aires: una actualización sobre la distribución geográfica y el conflicto con el hombre”), Chimento y De Lucca también advirtieron que la vuelta de este felino al territorio bonaerense puede estar relacionada con otro cambio en la producción rural. En este sentido, explicaron que en la década del setenta se inició “un proceso de franca aceleración” de “conversión de tierras” que se acentuó “a partir de mediados de la década de 1980, cuando se incorpora la soja y a fines de siglo, con la aparición de la soja transgénica”.

“La agriculturización de la región pampeana y la mejora en las prácticas de cultivo (siembra directa) conllevo un despoblamiento rural y el uso masivo de herbicidas (glifosato). Estos cambios en el uso de la tierra habrían favorecido la recolonización de Puma concolor y su dispersión en una vasta superficie de la provincia”, detallaron.

Se especula que el territorio de los partidos relacionados al sistema serrano de Ventania habría sido “donde se asentó la primera población reproductiva luego de la extirpación”. En este sentido, los investigadores indicaron que “a principios de la década de 1970 la conjugación de grandes incendios en los caldenales de La Pampa y una marcada declinación en la producción ovina habría hecho permeable, a este sistema de sierras, a la recolonización”.

En 2019, ante la consulta de DIB, desde la OPDS bonaerense (hoy Ministerio de Ambiente) relacionaron la reaparición del puma en la provincia a la prohibición de su matanza, ya que se trata de una especie protegida por la ley provincial Nº 11.723. “En La Pampa está permitida la caza y tal vez por eso se vienen desplazando a Buenos Aires. Quizá, también, siguiendo al jabalí que es una de las presas preferidas del puma”, indicaron en aquel entonces.

Por todos lados

En el trabajo publicado en 2020, Chimento y De Lucca dieron cuenta de 184 registros de presencia de pumas en la provincia de Buenos Aires entre abril de 2015 y julio de 2019, en unos 57 distritos. Los investigadores sumaron “21 nuevos partidos a la distribución”. Estos son: Ayacucho, Bolívar, Bragado, Brandsen, Carlos Casares, Chacabuco, Daireaux, General Pinto, González Chávez, Laprida, Magdalena, Maipú, Mercedes, Navarro, Rauch, Roque Pérez, Salliqueló, San Andrés de Giles, San Nicolás, Trenque Lauquen y Villa Gesell. De esta manera, señalaron en ese entonces, “la especie cuenta con registros para 81 partidos” de los 135 que conforman la provincia.

Los investigadores advirtieron además que en 67 registros hubo “evidencia concreta de presencia”. O sea, fotos de huellas, animales depredados, pumas muertos o videos de avistamientos. El partido con mayor cantidad de registros con evidencia concreta del relevamiento fue Necochea (7), seguido por Tres Arroyos (6), Daireaux (3), Saavedra (3) y Tandil (3). Además, explicaron que en 34 casos “se mencionaron hembras preñadas, hembras con cachorros o cachorros” y destacaron que “8 registros correspondieron a pumas hallados a menos de 150 kilómetros” del centro de la ciudad de Buenos Aires.

Conflictos

El trabajo de 2020 da cuenta de unas 49 menciones de registros de ataques de pumas a ganados, de 44 referencias sobre pumas cazados, de 11 de pumas atropellados y de 16 situaciones de mascotismo.

En este marco, los investigadores señalaron como “preocupante” que “en áreas recientemente recolonizadas” por pumas en la provincia se han generado alarmas a través de noticias periodísticas, lo que fue “aprovechado por productores pecuarios para ejercer presión sobre las autoridades de fauna con el fin de que se autorice su caza”.

“Ante esta situación, lo recomendable seria que se destinaran recursos provinciales para disminuir la caza ilegal del puma, así como de sus presas, y a apoyar financieramente la realización de estudios de conflicto en aquellos partidos de donde provienen la mayor cantidad de reportes de depredación”, explicaron. (DIB) MT

Por Manuel Tejo, de agencia DIB.