Es una de las manifestaciones más frecuentes de las patologías neurocognitiva.

La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurocognitiva en frecuencia por debajo de la enfermedad de Alzheimer. Su edad de comienzo es alrededor de los 55 años, pero puede aparecer antes, y entre el 5 y 10 % de los pacientes tiene menos de 40 años.

Si bien hasta el momento la ciencia desconoce cuál es el origen de la enfermedad, se sospecha que podría tratarse de una asociación y combinación de factores genéticos y ambientales. Se trata de un trastorno degenerativo, caracterizado por la presencia de síntomas no motores y motores.

Los trastornos del olfato, especialmente las alteraciones cuantitativas, hiposmia que puede ser leve, moderada o grave, es una de las manifestaciones más frecuentes en la enfermedad de Parkinson y puede preceder hasta incluso 20 años a la aparición de las manifestaciones motoras, por lo que a través del estudio del olfato (olfatometría), se puede realizar un diagnóstico precoz, el cual permitirá al paciente saber lo que tiene, y ser tratado de la manera correcta, ofreciéndole la mejor calidad de vida.

“En los últimos años es creciente el interés científico en valorar las alteraciones olfatorias como marcador de enfermedades neurodegenerativas, específicamente en las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. En la enfermedad de Parkinson la prevalencia de estas alteraciones es alta”, señaló Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga, experta en olfato y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA).

Hasta hace unos años, el sentido del olfato no era habitualmente explorado en el examen clínico de un paciente, pero este sentido está dejando de ser subestimado y por la pandemia del coronavirus adquirió un protagonismo especial, es por eso que la olfatometría es una herramienta muy importante para realizar un diagnóstico temprano.

Recordemos que el olfato tiene varias funciones importantes en la vida diaria, y una de las más importantes es que alarma o advierte ante la fuga de gas o presencia de humo, y al no oler pueden ocurrir accidentes domésticos, en algunas oportunidades son muy graves.

Además, este sentido es importante en el aseo personal, en la higiene de la casa y cumple un rol importantísimo en las relaciones interpersonales.

(DIB)