“QUE NADA NOS HAGA PERDER LA MEMORIA” NI ESTE COVID-19

Por Claudia Edith Quintana  – 23 de Abril de 1975, hace 45 años me secuestraron (volviendo de la facu) en la puerta de mi casa junto a mi hermana, María Teresa “Marita” y a Ricardo Monteiro, “Ricky”. Para mí como otro hermano.

Hacia unos meses que el Congreso de la Nación, había sancionado la ley 20.840 de Seguridad Nacional, donde ya se hablaba de persecución. Luego se firman tres decretos que puntualmente señalan:

“…Se ordena a las fuerzas armadas y a todas las fuerzas de seguridad a ejecutar las operaciones militares necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país…”

Esta fue la excusa perfecta que usaron los militares para implantar la peor de las dictaduras. Secuestros, torturas, asesinatos, violaciones, robo de bebés y la desaparición como un perverso modo de no cerrar jamás el duelo por la ausencia de nuestros seres queridos, familiares, amigos y vecinos. La falta de libertad y la represión no solo la vivimos los encarcelados y/o desaparecidos. La vivió todo el pueblo argentino; venían a quedarse por 20 años a reorganizar el país, tomando en 1982 la peor decisión: Ir a una guerra, conducida por estos mesiánicos y perversos, mandando al frente a miles de jóvenes sin experiencia de combate a enfrentarse a un ejército poderoso y preparado. Seguramente ellos fueron con la convicción de defender lo que es nuestro.

Me equivoqué, nos equivocamos en muchos aspectos, todos en algún momento de nuestras vidas nos equivocamos. En nosotros, hay algo que no pudieron destruir: un gran sueño, el sueño de pensar en un mundo mejor, con menos desigualdades, sin hambre, sin niños que mueran por no tener atención médica, con la posibilidad de una educación mejor.

Ese sueño sigue intacto. Hoy la humanidad está atravesando una difícil situación provocada por la aparición de esta pandemia, nos pone a prueba nuevamente, porque la vida es eso, es tener que enfrentarnos día a día a muchos obstáculos, desafíos y dolores, unos mas fáciles que otros de resolver y afrontar.

Sólo pensando solidariamente, aunque sea difícil, pensando que hay algunos, que hay muchos, que la están pasando duro, muy duro; que necesitan que estemos unidos, que sanemos diferencias, que seamos algo más humildes para seguir enfrentando con entereza esta situación.

Nada es para siempre, se los aseguro.

                                  Quédense en casa, cuídense mucho.

En memoria de mi hermana María Teresa, de Ricky, de mis compañeros y de todos los que no están.

LAS HERMANAS QUINTANA: CLAUDIA Y MARÍA TERESA