Científicos europeos descubrieron patógenos infecciosos en el permafrost que se está descongelando por el calentamiento global. Qué peligros existen de que provoquen una pandemia
Investigadores en China descubrieron un nuevo virus escondido en el fondo de la fosa oceánica más profunda del mundo. Procedente de sedimentos de la Fosa de las Marianas, un grupo de islas al sur de Japón, el patógeno infecta y se replica dentro de bacterias que generalmente se encuentran en las profundidades del océano.
El patógeno se encontró en sedimentos a ocho kilómetros bajo el nivel del mar. El virus es un bacteriófago, es decir, un devorador de bacterias, y sobrevive infectando y replegándose en el interior de ellas.
Yue Su, una de las autoras del estudio, dijo que “la investigación actual sugiere que no hay precedentes de que infecte a los humanos y la vida marina, porque su huésped son las bacterias”. Por lo tanto, puede almacenar la nueva cepa en un laboratorio ordinario a aproximadamente 4 grados Celsius. El equipo acaba de publicar su informe en Microbiology Spectrum.
Sin embargo, de las profundidades del hielo o del océano puede llegar la próxima preocupación de salud mundial. En el verano de 2022, un equipo de investigadores visitó Groenlandia para tomar muestras de suelo de desechos humanos y animales y de basureros, que datan de la epidemia de viruela y aún anteriores. Su objetivo fue evaluar el riesgo de que, a medida que el Ártico se calienta y se derrite el permafrost —capa de suelo congelado permanentemente, que no está cubierta de hielo o nieve en forma contínua pueda liberar patógenos peligrosos.
“Las temperaturas en el Ártico están aumentando dos veces más rápido que en el resto del mundo. Y es evidente que hay patógenos viables acechando en el suelo”, afirmó, en un artículo de Science, Marion Koopmans, viróloga del Centro Médico Erasmus, que dirige un consorcio europeo denominado Observatorio Versátil de Enfermedades Infecciosas Emergentes (VEO) donde se está estudiando cómo el calentamiento en latitudes septentrionales podría influir en las enfermedades infecciosas. “Lo que hemos descubierto es que se encuentran virus infecciosos en el permafrost”, afirmó la especialista.
“Las probabilidades de que la viruela o algo comparablemente peligroso surja del suelo después de siglos de estar congelado son bajas”, informó a Science el microbiólogo veterinario Frank Aarestrup, quien dirige el proyecto VEO con Koopmans y cuyo laboratorio en la Universidad Técnica de Dinamarca ha estado examinando las muestras del basural. De todas formas, “es mejor que lo investiguemos ahora”, dijo el especialista. Sin embargo, a algunos científicos les preocupa que el esfuerzo en sí pueda desencadenar un patógeno humano.
Investigadores de la Universidad de Aix-Marseille fueron los primeros en aislar virus del antiguo permafrost. Este grupo informó en 2014 y 2015 acerca de muestras de suelo siberiano congeladas durante 30.000 años que albergaban ADN de dos grandes virus que podían infectar a las amebas, pero que no representaban una amenaza para los humanos.
En una de las últimas ediciones de la revista Viruses, el mismo equipo, dirigido por el especialista en genoma Jean-Michel Claverie y la científica de materiales Chantal Abergel, reveló otros 13 megavirus del permafrost que infectan amebas, uno de los cuales data de hace 48.500 años.
Es posible que un patógeno más alarmante ya haya surgido naturalmente del suelo helado. En el verano inusualmente caluroso de 2016, Bacillus anthracis, una bacteria que se esconde en el suelo de todo el mundo y causa ántrax, enfermó a 36 personas en Siberia, incluido un niño de 12 años que murió. Asimismo, mató a 2.649 renos.
Pero vincular el brote con el cambio climático no es fácil. Hace más de un siglo, los brotes de ántrax mataron repetidamente a renos siberianos, lo que llevó a la Unión Soviética a comenzar a vacunar a los animales en 1930. La eliminación de los casos llevó al gobierno ruso a poner fin al programa de vacunación en 2007, lo que podría haber ayudado a preparar el escenario para el brote de 2016.
La guerra de Ucrania puso fin a las colaboraciones externas en Siberia, que alberga gran parte del permafrost del mundo, lo que hace que el trabajo de VEO en Groenlandia sea más importante. El equipo de la entidad recogió 360 muestras de suelo durante su visita en el verano del año pasado, centrándose en los basureros, donde los residuos alcanzaban en ocasiones los 3 metros de altura. Los estudios del grupo hasta la fecha han encontrado varias bacterias del género Clostridium, incluidas algunas que causan intoxicación alimentaria, shock tóxico y botulismo. Muchas muestras todavía están siendo analizadas.
Los investigadores toman precauciones para evitar infecciones. En el campo, usan equipo de protección y solo visitan sitios donde los arqueólogos ya están tomando muestras. En el laboratorio las muestras se estudian en condiciones estériles con estrictos protocolos de bioseguridad.
También existe la preocupación de que los patógenos del permafrost puedan infectar al ganado y luego extenderse a los humanos. Los nórdicos trajeron ovejas cuando se asentaron en la isla alrededor del año 1000 a. C., pero tanto los animales como los nórdicos habían desaparecido en 1450.
Si el equipo de VEO encuentra patógenos peligrosos, Groenlandia podría cerrar ciertas zonas a los turistas y detener las excavaciones arqueológicas.