El aumento de la temperatura en los grandes centros urbanos es uno de los conflictos que más sufren quienes habitan estos espacios. Especialistas señalan la importancia de más árboles en las ciudades. Sombra, bienestar y alivio ante las olas de calor, entre las claves.
Si bien las ciudades cubren solo un tres por ciento de la superficie terrestre del planeta, son responsables de tres cuartas partes de las emisiones globales de carbono y consumen dos terceras partes de la energía generada a nivel global. Ante este escenario, los árboles, aseguran los expertos, se consolidan como aliados clave: son grandes “secuestradores” de carbono, reducen el impacto de tormentas e inundaciones, colaboran a minimizar la contaminación sonora y proveen de sombra a viviendas, comercios y animales.
En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Karina Jensen, doctora en Arquitectura y Urbanismo e investigadora del CONICET, aseguró: “ No contar con espacios verdes hace que nuestra calidad de vida disminuya, sumado a que los efectos del cambio climático son evidentes. Necesitamos árboles para poder disminuir los efectos del cambio climático y las llamadas islas de calor. Sin la presencia de vegetación, es imposible hacer frente a la mitigación”.
Parte de la importancia de los árboles tiene que ver con que son grandes mitigadores del cambio climático, ya que permiten que la temperatura concentrada por el asfalto se reduzca entre 2 y 8 grados. Así, se ahorra de un 20 a un 50 por ciento de energía, ya que se disminuye la utilización de aires acondicionados, iluminación eléctrica, entre otros dispositivos.
“Contar con vegetación que purifique el aire y que nos ayude a pasar menos calor es parte del derecho al ambiente digno que tenemos como ciudadanos. Con el avance de la deforestación, hemos perdido los beneficios de los árboles para nuestro día a día”, continuó la investigadora del Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido de la Universidad Nacional de La Plata (IIPAC-UNLP-CONICET)
El panorama a futuro es crítico. Se prevé que, en 2050, el 80 por ciento de las personas estarán viviendo en ciudades. En Latinoamérica, en tanto, se estima que este proceso será aún más intenso: nueve de cada diez personas vivirá en zonas urbanas, según los datos proporcionados por el Banco Mundial. Es por esto que el escenario actual requiere una planificación integral de las construcciones urbanas y la vegetación.
“Debería haber un plan urbano de forestación. Es indispensable tener en cuenta también las especies a introducir: deben ser árboles que se puedan adaptar a los efectos del cambio climático, es decir, seleccionar qué tipo de especies son las más apropiadas, así como también realizar un reemplazo de aquella vegetación con malas condiciones fitosanitarias ”, explicó la doctora.
La investigación que lleva adelante el grupo de trabajo que integra Jensen se centra, puntualmente, en el caso del partido de La Plata. “Queremos ver cómo podemos aumentar nuestra capacidad de resiliencia como ciudadanos, cuáles son los efectos que generan en la calidad de vida urbana la falta de árboles y espacios verdes. Durante la pandemia y el aislamiento social preventivo y obligatorio realizamos encuestas a más de 700 personas y se obtuvo como resultado que muchos habitantes consideraron emigrar a zonas en la periferia por contar con mayor espacio verde y vegetación”, aseguró.
Por otra parte, la investigadora Silvia Matteucci, integrante del Grupo de Ecología del paisaje y Medio Ambiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA-CONICET), resaltó la necesidad de cuidado de los árboles una vez integrados al sistema urbano: “Los suelos compactados -de baja fertilidad y contenido de materia orgánica-, la falta de agua, especialmente en los canteros limitados, la contaminación del agua y el aire, el vandalismo y los daños mecánicos son los principales factores de estrés para la vegetación urbana y requieren una gestión integral de la misma”.
Servicios ecosistémicos: múltiples beneficios
La ONU, a través de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), publicó recientemente que vivir cerca de espacios verdes urbanos y tener acceso a ellos puede mejorar la salud física y mental, por ejemplo, al disminuir la presión arterial alta y el estrés. A su vez, contribuiría al bienestar de las comunidades.
Respecto a este enfoque, Matteucci en su estudio “De bosques y arboledas: La importancia del contexto” (CONICET_Digital_Nro.81671458-1958-405f-ad78-4f0a5d486116_A), mencionó que los beneficios de las arboledas urbanas se pueden clasificar en sociales, estéticos, físicos-climáticos y ecológicos. “En cuanto a los primeros, nos referimos a oportunidades para recreación e interacción social, el impacto en la salud física y mental y el mejoramiento de los hogares y ambientes de trabajo. Las ventajas estéticas implican los cambios de color, texturas, formas, dinámica estacional y vivencia de la naturaleza”, detalló.
Las categorías de beneficios “físicos y climáticos” se vinculan con el control del viento, los impactos en el clima y el control de la humedad, entre otros factores naturales. “Mientras que en una última categoría, hablamos de los beneficios ecológicos cuando destacamos los espacios para flora y fauna en el ambiente urbano”, amplió la especialista.
En paralelo, desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destacan que los árboles en las metrópolis también ayudan a revalorizar el área en la que fueron plantados. Así, se registró un aumento de hasta un 20 por ciento en el valor inmobiliario en las propiedades en comparación con zonas que no cuentan con vegetación.
Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM)