Un trabajo realizado por la investigadora Bárbara Gasparri señala que en la provincia de Buenos Aires existen al menos 46 áreas de conservación de la naturaleza a nivel comunal. Sin embargo, advierte que la implementación de estas es “mayormente deficiente”.
Un relevamiento detalla que la provincia de Buenos Aires cuenta con al menos 46 reservas naturales municipales formalizadas distribuidas en 36 de sus 135 distritos, aunque advierte que en algunos casos no cumplen con la función de conservar naturaleza autóctona.
Los datos se desprenden del trabajo “Las áreas naturales protegidas municipales de la provincia de Buenos Aires”, realizado por la investigadora Bárbara Gasparri en 2022 -en el marco de la especialización en Derecho y Política de los Recursos Naturales y del Ambiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA)- y publicado este año por la fundación ambientalista Azara.
La investigadora realizó un relevamiento a partir de las normativas municipales vinculadas a áreas naturales protegidas, y de la consulta bibliográfica y a distintos especialistas. “En la provincia de Buenos Aires se registraron 46 áreas naturales protegidas municipales (creadas por ordenanza o decreto municipal), pertenecientes a tan solo 36 de los 135 partidos que la componen”, explicó.
Según el relevamiento, el distrito que cuenta con más áreas naturales protegidas municipales (el trabajo no contabiliza otros sitios de conservación como Parques Nacionales o Reservas de Biosfera) es San Isidro, que tiene cinco. Con dos cada uno, están Avellaneda, Baradero, General Pueyrredón, Puan, Quilmes y Villarino.
Los restantes de los 36 contabilizan un solo sitio de protección natural. Estos son Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Berazategui, Bragado, Escobar, General Alvarado, Ituzaingó, La Costa, La Matanza, La Plata, Las Flores, Lomas de Zamora, Luján, Magdalena, Moreno, Morón, Pilar, Ramallo, Roque Pérez, San Antonio de Areco, San Miguel, San Nicolás, San Pedro, San Vicente, Tandil, Tres Arroyos, Vicente López, Villa Gesell y Zárate. El trabajo menciona además que Campana y Trenque Lauquen tienen normativas sobre sistemas municipales de áreas naturales protegidas.
Del relevamiento, se desprende que 21 reservas naturales municipales se encuentran en la zona del conurbano bonaerense; mientras que las otras están en el interior de la provincia. Entre las más antiguas están la Reserva Urbana Natural Rafael de Aguiar de San Nicolás, creada en 1959, y la Reserva Natural Sierra del Tigre de Tandil, de 1972. En tanto, las más nuevas son la Reserva Natural Municipal La Salada de Villarino (2021) y la Reserva Natural Vivero Dunícola de General Alvarado (2022).
Problemas de conservación
El trabajo de Gasparri advierte sobre inconvenientes en el objetivo de conservación en distintas reservas municipales. Así, señala que existen sitios que sufren achicamientos por “obras o de falta de implementación efectiva” y explica que en algunos casos se declararon a parques públicos como áreas naturales protegidas. Además, marca que otros espacios preservan forestaciones exóticas. “Estos casos debieran reorientarse hacia la restauración de la vegetación original”, platea.
“Resulta necesario remarcar las diferencias que existen entre las distintas áreas naturales protegidas municipales en la provincia de Buenos Aires, siendo el grado de implementación mayormente deficiente, lo cual repercute en el objetivo que las mismas deben tener respecto de mantener, o idealmente aumentar el grado de naturalidad del ecosistema que está siendo protegido”, señala la investigadora.
Y, en esa línea, explica que “la sola declaración de ‘área natural protegida’ no alcanza per se, sino que la gestión debe ser activa respecto al cumplimiento de los objetivos de creación y/o conservación que se hayan establecido”.
La investigación da cuenta además de inconvenientes de los gobiernos locales para destinar “los presupuestos necesarios” para “una gestión adecuada” de las reservas. “En general se observa insuficiente financiamiento para la gestión de las áreas municipales, lo que no es muy diferente de la situación de los sistemas nacionales y provinciales”, subraya.
Por otro lado, observa que “queda un enorme trabajo pendiente” en los municipios que no cuentan con áreas naturales de protección. “Si bien para conservar procesos evolutivos, ecosistemas y flora y fauna a largo plazo se requieren de grandes superficies, hay que revalorizar el rol que cumplen estas pequeñas reservas para la conservación de las singularidades de cada municipio”, explica. (DIB) MT
Por Manuel Tejo, de Agencia DIB.