Científicos identificaron cepas “aisladas en varios lugares dentro de la EEI” que mutaron en formas únicas no existentes en la Tierra.

vista general de la estacion espacial internacional estacion espacial internacional vista desde el transbordador The International Space Station is seen against the Earth after undocking from the Space Shuttle Endeavour in this photo provided by NASA on May 29, 2011. REUTERS/NASA/Handout (UNITED STATES – Tags: SCI TECH)

En la vanguardia de la ciencia espacial, la Estación Espacial Internacional (EEI) no solo sirve de hogar a los astronautas, sino también como laboratorio para estudios que aprovechan sus singulares condiciones ambientales, como la microgravedad, la radiación cósmica y temperaturas extremas.

Este escenario ha permitido llevar a cabo investigaciones que serían imposibles en la Tierra.

Vista general de la estacion espacial internacional estacion espacial internacional vista desde el transbordador Endeavor.

Recientemente, un equipo de investigadores del Laboratorio de Propulsión a Chorro dedicó dos años a estudiar meticulosamente la bacteria Enterobacter bugandensis, conocida por su resistencia ante los fármacos.

Su hallazgo fue sorprendente: bajo el estrés ambiental de la EEI, 13 cepas de esta bacteria “aisladas de varios lugares dentro de la EEI” no solo sobrevivieron, sino que además mutaron, diferenciándose genética y funcionalmente de sus contrapartes terrestres.

E. bugandensis coexistió con otros microorganismos

De acuerdo con un comunicado de la NASA, estas cepas no solo se mantuvieron viables, sino que mostraron una proliferación significativa.

Más preocupante aún es que la E. bugandensis coexistió con otros microorganismos, en algunos casos favoreciendo la supervivencia mutua, lo que podría complicar la inmunidad y salud de los astronautas.

El estudio, que se publicó en la revista Microbiome, utilizó técnicas analíticas avanzadas como la modelización metabólica.

Esta investigación permitió descubrir las complejas interacciones entre las comunidades microbianas que conviven con E. bugandensis a lo largo de diversas misiones y ubicaciones dentro de la EEI, revelando detalles sobre la dinámica del ecosistema microbiano del lugar, según se lee en el estudio.

“Los entornos cerrados construidos por el hombre, como la EEI, son áreas únicas que proporcionan un ambiente extremo sometido a microgravedad, radiación y elevados niveles de dióxido de carbono”, explica el comunicado de prensa de la NASA. “Cualquier microorganismo introducido en estas zonas debe adaptarse para prosperar”.

En definitiva, el estudio destaca cómo estas interacciones microbianas contribuyen a la diversidad dentro de la EEI y cómo pueden influir en el predominio de ciertos patógenos como E. bugandensis.

En este sentido, los investigadores afirman que comprender estos procesos es crucial para mejorar las estrategias de prevención de enfermedades en las misiones espaciales, garantizando la salud y la seguridad de los astronautas frente a amenazas patógenas.