Recientemente, se terminó la revisión crítica del diseño del satélite local que estudiará en detalle, desde 2025, el mar argentino y sus costas. Con la aprobación de expertos nacionales e internacionales de lo hecho hasta ahora, la fase que sigue implicará la construcción y puesta en órbita del satélite, que aportará información para el sistema científico, las Fuerzas Armadas y para actores socioeconómicos costeros.

Lento pero seguro, como un verdadero trabajo de hormiga que se sabe que va a llegar a buen puerto, avanza el proyecto de SABIA-Mar, el satélite que tendrá como objetivo principal estudiar en detalle el océano y sus costas a nivel regional y global. Recientemente, el trabajo dio otro paso significativo: se terminó la revisión crítica de diseño, que permitirá avanzar, en poco tiempo, en la fase de construcción.

SABIA-Mar (las siglas de Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar) tuvo su puntapié inicial allá por 2018. Con su puesta en órbita, prevista, según los expertos, para 2025, se espera obtener información valiosa sobre la productividad primaria del mar, los ecosistemas marinos, el ciclo del carbono, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de recursos pesqueros y la calidad del agua en costas y estuarios.

La revisión crítica de diseño, concluida poco tiempo atrás, es una etapa crucial en todo el proyecto. Así lo explica Carolina Tauro, investigadora principal del equipo de ciencia del satélite: “Intervienen expertos externos a la misión, tanto nacionales como internacionales, quienes hacen una revisión general de cómo se está llevando adelante el proyecto, con un enfoque multidisciplinar. Es, sin dudas, un hito en el desarrollo”.

El equipo de Revisión Crítica de Diseño de la Misión SABIA-Mar (MCDR, por sus siglas en inglés). El evento contó con la participación de 90 profesionales, representantes de la CONAE, proveedores y revisores locales e internacionales. Fuente: Prensa CONAE.

Para Tauro, obtener la visión de expertos para abordar distintos problemas es enriquecedor. “Recibir las observaciones e intercambios de referentes en diversas áreas es una experiencia muy productiva, sobre todo porque estas nuevas perspectivas te pueden dar otro punto de vista. Además, la valoración que hicieron de todo lo hecho hasta ahora fue muy positiva”, asegura, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Con un peso estimado de 700 kilogramos y con una envergadura de 9 metros -incluyendo los paneles solares desplegados-, el satélite argentino se desarrolla en el seno del Plan Nacional Espacial que lleva adelante la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), con la participación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Además, están involucradas del sistema científico y técnico nacional, como INVAP, IMER, Ascentio, VENG, entre otras.

Entre sus principales instrumentos, desarrollados justamente por INVAP junto con CONAE, se destacan las cámaras para medir el color del mar, una cámara de alta sensibilidad, un sistema de recolección de datos de estaciones en tierra y un receptor GNSS tecnológico, que irán a bordo del SABIA-Mar.

Un diálogo de saberes, una multiplicidad de destinatarios

Cuenta Tauro que todo el proyecto de SABIA-Mar está formado por profesionales de distintas formaciones, por lo que la interdisciplina se convierte en uno de los ejes centrales del trabajo. “Sería imposible pensar algo así desde un solo punto de vista, por lo que el continuo diálogo es desafiante y, al mismo tiempo, enriquecedor”, sostiene.

Tauro es investigadora principal y, junto al co-investigador del proyecto, Martín Labanda, lideran el equipo de Ciencia, que incluye a expertos y expertas de la física, la ingeniería, la matemática y ciencias de la computación, entre otras. “Este grupo heterogéneo es el que realiza y hace las pruebas del aspecto científico, como el desarrollo de los posibles usos de los datos que recabará el satélite, simulaciones antes del lanzamiento y la generación de algoritmos, entre muchas otras tareas”, expresa la doctora en Física.

“Sería imposible pensar algo así desde un solo punto de vista, por lo que el continuo diálogo es desafiante y, al mismo tiempo, enriquecedor”, sostiene Carolina Tauro, doctora en Física e investigadora principal del equipo de ciencia del satélite. Fuente imagen: Prensa CONAE.

Y todo ese trabajo… ¿para quién? “Serán múltiples los usuarios que van a disponer de los datos e información que reúna este satélite- enumera Tauro-. En principio, el sistema de ciencia y tecnología nacional, más otros organismos regionales e internacionales. Esto incluye tanto al CONICET como a institutos especializados en el estudio del mar o del agua, como el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), o el Instituto Nacional del Agua (INA)”.

A eso le suma el Servicio de Hidrografía Naval y el Instituto Antártico Argentino, ya que SABIA-Mar también generará información de cuerpos de aguas interiores; programas interministeriales, como Pampa Azul; la Armada y Prefectura Nacional, para función de soporte en tareas de vigilancia; y diversos actores sociales regionales, cuya economía regional se basa, por ejemplo, en la actividad pesquera.

“Vamos a poder contribuir al manejo de la pesquería y la acuicultura desde varios lugares. Por ejemplo, alertando sobre la posibilidad de que se produzca un bloom de algas nocivas, las conocidas como mareas rojas, que es un evento de crecimiento desmedido de ciertas algas que pueden afectar la calidad del agua y, por ende, a la producción y a la salud humana. También se puede monitorear calidad del agua en las costas. Todo eso hace al hábitat marino, por lo que te permite hacer estudios de tipo ecológicos, como así también para dar soporte a las actividades productivas y de turismo”, detalló la investigadora.

Para Tauro, hay pilares que sostienen proyectos tan complejos y ambiciosos como este. Uno es la visión a largo plazo. “Sin dudas, mantener la continuidad es fundamental en este tipo de trabajos, es muy valioso que se pueda mantener la misma política con el correr de los años porque este tipo de desarrollos es fundamental, a nivel nacional”, subraya.

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La otra cuestión es que, al aprendizaje continuo que se tiene en el camino sobre cuestiones satelitales, marítimas y socioeconómicas costeras, se le suman preguntas de origen que funcionan de brújula y espíritu a todo el trabajo.

“Es importante tomar conciencia sobre para qué van a servir los datos del satélite y quiénes harán uso de los mismos, cómo todos los actores en los que estamos pensando van a poder acceder fácilmente a la información. Porque, de hecho, no todos los usuarios van a ser científicos. Proyectos como este implican y fortalecen la soberanía”, concluye.

Fuentes imágenes portada y desarrollo: Prensa CONAE. Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)