Se trata de anfibios de cuatro géneros distintos y provenientes de antiguos pantanos que existieron hace 50 mil y 700 mil años atrás, en el norte de Buenos Aires. El hallazgo aporta pistas sobre los animales y sobre el ecosistema y el ambiente de la época.
Unos cuantos miles de años hacia atrás, en lo que se conoce como Edad Lujanense (50 mil años de antigüedad) y Edad Ensenadense (700 mil años), lo que hoy es la localidad bonaerense de San Pedro era, por ese entonces, un ambiente pantanoso en el que había un rico ecosistema, con fauna y flora de todo tipo. Con el correr del tiempo y el avance de la paleontología, parte de esas especies vuelven, miles de años después, a ver la luz.
Es el caso de distintos géneros de sapos, ranas y escuerzos, cuyos fósiles fueron recuperados por el Grupo Conservacionista de Fósiles del Museo Paleontológico de San Pedro, a unos 170 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. En total, son siete ejemplares, pertenecientes a cuatro géneros diferentes de anfibios.
“Entre los huesos fosilizados hay húmeros, pelvis, mandíbulas, fragmentos de cráneos, vértebras y fémures, entre otras piezas, del esqueleto de los géneros Odontophrynus (escuercito chico), Rhinella (sapo común), Leptodactylus (rana común) y Ceratophrys (escuerzo)”, explicó, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, José Luis Aguilar, director del Museo.
Los hallazgos, cuentan, se produjeron en dos sedimentos de antiguos pantanos. Uno, a sólo dos kilómetros del casco urbano, donde la capa que posee los anfibios tiene una antigüedad estimada en algo más de 50 mil años y que pertenece a la Edad Lujanense. En el otro, a unos cuatro kilómetros de la ciudad, los sedimentos investigados superan los 700 mil años de antigüedad, y son los de la Edad Ensenadense.
“En ambos momentos del pasado de la zona, existieron importantes humedales, con terrenos anegables, abundante vegetación y ambientes propicios para el desarrollo de estos animales. Estos ambientes pantanosos no solo sirvieron para que se desarrolle una diversidad de anfibios, sino también para que aquellos suelos barrosos posibilitaran la conservación de restos de los ejemplares que morían en aquellos ecosistemas”, especifica Aguilar.
Para el director, los hallazgos son claves porque aportan una diversidad de géneros que, hasta el momento, el Museo no tenía, sobre estos animales. “Además, nos da una pista de todas las especies de anfibios que estuvieron presentes en la zona, hasta casi un millón de años atrás. Hablamos de cuatro géneros diferentes y que abren un abanico de conocimientos sobre los anfibios que vivieron sobre el pleistoceno”, especifica.
Por su parte, el doctor Guillermo Turazzini, investigador del Laboratorio de Morfología Evolutiva y Paleobiología de Vertebrados (UBA/CONICET) y asesor del Museo de San Pedro, considera que, al menos hasta estos hallazgos, era poco lo que se conoce sobre este grupo de anfibios.
“Esto se debe, en gran medida, a que los frágiles y pequeños huesos de las ranas tienen un potencial de preservación bajo. Los restos encontrados en San Pedro, además de sumar información valiosa para el grupo, indican que efectivamente se han preservado fósiles de estos anfibios en las rocas sedimentarias de la zona”, resalta, al tiempo que destaca la posibilidad de que se abra una nueva zona a explorar.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)