Semana de la Epilepsia: tenemos que dejar atrás el tabú para saber cómo actuar

Se calcula que entre 4 y 10 de cada 1000 personas padecen epilepsia activa (ataques continuos o necesidad de tratamiento) alrededor del mundo. Sin embargo, esta enfermedad continúa generando misticismo, discriminación y temores. En la Semana de la Epilepsia, conocer un poco más acerca de ella permitirá eliminar algunos mitos y saber cómo actuar ante un episodio.

La epilepsia es una enfermedad que suele despertar temores: aquellos que la padecen no se sienten cómodos al contarlo y el entorno suele preocuparse ante la posibilidad de que ocurra una crisis. Sin embargo, esta patología es más frecuente de lo que se cree y, con un adecuado tratamiento, permite a los pacientes llevar una vida completamente normal.

Las crisis epilépticas son episodios en donde se altera la actividad eléctrica del cerebro, manifestándose por alteración en la conciencia o por aparición de sintomatología motora, sensitiva o conductual. La mayoría de las convulsiones duran unos segundos y como máximo hasta 2 minutos y no causan daños duraderos. Se trata de una emergencia médica cuando acontecen por más de 5 minutos o si una persona tiene reiteradas convulsiones y no se despierta entre cada una de ellas.

Si bien pueden presentarse en cualquier momento de la vida, se identifican tres picos de aparición frecuente:

Menores: causada por malformaciones cerebrales, daño cerebral en período periparto y/o genéticas.
Adolescentes: a causa de diversos síndromes.
Adultos mayores: por ser un sector de la población con mayores lesiones cerebrales que los predisponen a desarrollar epilepsia.
De acuerdo a estudios epidemiológicos realizados en países desarrollados, 4 a 10 de cada 1000 personas padecen epilepsia activa. Además, se estima que un 10% de la población sufrirá alguna convulsión a lo largo de su vida, conocida como crisis sintomática aguda o crisis reactiva. Estas se dan como respuesta a lo que se conoce como “injuria aguda en el cerebro”, que se manifiesta con una convulsión.

En la actualidad, la Liga Internacional Contra la Epilepsia determina que un paciente puede padecer Epilepsia aunque haya experimentado un solo episodio. Esto se evalúa a partir de los estudios y la presentación clínica que identifican la predisposición del paciente a repetir la crisis y, de ser necesario, comenzar con un tratamiento. Sin embargo, es importante destacar que puede producirse una crisis sintomática aguda sin tener epilepsia. Esto sucede cuando el cerebro responde con actividad eléctrica ante traumatismos de cráneo, ACV, picos de glucemia, bajas excesivas de sodio, entre otros factores, que se manifiestan con una convulsión y se pueden corregir al punto que no se repita.

Los  síntomas de esta enfermedad, varían en cada paciente de acuerdo al área del cerebro afectada. Segundos antes a una crisis epiléptica, algunos pacientes experimentan lo que se conoce como aura epiléptica, un conjunto de sensaciones que les puede ser útil para prepararse ante una crisis y evitar lesiones o caídas. La duración de las auras abarca desde unos segundos a unos minutos previos a la convulsión, manifestándose como dolor de abdomen, sensaciones emocionales como angustia, miedo, nerviosismo, adormecimiento de alguna parte del cuerpo u otra sensación de acuerdo al origen de la crisis.

Las causas de la epilepsia pueden ser múltiples: desde un accidente cerebrovascular; enfermedades degenerativas como demencias, por ejemplo, mal de Alzheimer; lesiones cerebrales que ocurren durante o cerca del momento del nacimiento; trastornos congénitos del metabolismo; malformaciones vasculares; tóxicos (alcohol y otras drogas) hasta lesiones post traumáticas o lesiones pos infecciosas (secuela de meningitis bacteriana o encefalitis viral).

Diagnóstico

Si bien en los últimos años ha mejorado el diagnóstico de la epilepsia, aún existe la problemática del subdiagnóstico (cuando los síntomas no se reconocen a tiempo, se lo confunde con una crisis reactiva o con otros trastornos como psiquiátricos) y el sobrediagnóstico (cuando se confunden eventos clínicos atípicos como si fueran crisis epilépticas y/o estudios complementarios que son interpretados erróneamente como anormales).

Es importante encontrar un diagnóstico certero porque con la medicación apropiada, alrededor del 70% de los pacientes deja de tener crisis. Esto hace que puedan desarrollar sus actividades cotidianas en forma habitual, salvo algunas excepciones. En los últimos años se incorporaron nuevos métodos diagnósticos y se mejoraron tanto los equipos de electroencefalografía (EEG) como la posibilidad de su visualización a través de la computadora con la incorporación de estudios de Video-EEG, es decir, obtener el registro simultáneo de la clínica del paciente y de su actividad cerebral.

Alternativas de tratamiento

Una vez realizado el diagnóstico comienza el tratamiento. Este es farmacológico y tiene la capacidad de reducir el número de crisis futuras. En situaciones particulares, donde no se encuentra respuesta a través de la medicación, se puede recurrir a otros tratamientos como una cirugía para extirpar células cerebrales anormales que causan las convulsiones o para colocar un estimulador del nervio vago. En algunos casos, generalmente pediátricos, puede tratarse con una dieta cetogénica.

Cabe destacar que una de las nuevas posibilidades de tratamiento que surgió en los últimos años es la utilización de aceite de cannabis. La FDA (Food and Drug Administration), entidad reguladora de alimentos, medicamentos y cosméticos de Estados Unidos, a partir de rigurosos estudios, ha garantizado el uso de Cannabidiol para el tratamiento de dos sindromes epilépticos severos como la encefalopatía de Dravet y el Lennox-Gastaut. Este es un punto de partida para los estudios de la medicación en pacientes que tienen forma de epilepsia resistente y no responden a otros tratamientos.

¿Qué hacer cuando un paciente presenta una crisis?

*Debe ubicarse al paciente en una posición relajada, ponerlo de costado, no boca abajo, y evitar que se golpee.
*No hay que tratar de introducirle nada en la boca, ya que esto puede ocasionar lastimaduras en la persona que trata de hacerlo y en el mismo paciente, debido a la contracción mandibular brusca.
*Una vez que el paciente se recupere es probable que pueda volver a su estado habitual y no será necesario llamar a la emergencia, excepto que el ataque se prolongue por más de 5 minutos y/o que el paciente no conozca que padece epilepsia.
*Asesoró Damián Consalvo, médico neurólogo a cargo del área de epilepsia en el Instituto 
de Neurología y Neurocirugía del Sanatorio de Los Arcos. Presidente de la Liga Argentina 
Contra la Epilepsia. MN: 80223