SER MAS JUSTOS Y CONSCIENTES.

Por Daniel Armando Vogel – Hola buen domingo. En este primer domingo de mayo, en el marco de un fin de semana largo que se inició el jueves con el Día del Trabajo y se extendió hasta hoy, se abren espacios para una reflexión profunda sobre dos ejes fundamentales de nuestra sociedad: la consolidación de los derechos laborales y la evocación de episodios históricos decisivos que nos traslada 43 años atrás a la guerra de Malvinas.

El 1 de mayo, conmemorado internacionalmente desde 1889 tras las luchas obreras y la tragedia de Haymarket en Chicago, se erige como una jornada para reconocer y celebrar los derechos laborales obtenidos a lo largo de la historia. Durante la Revolución Industrial, los trabajadores demandaban condiciones de trabajo dignas y jornadas razonables, sentando las bases para la moderna jornada de ocho horas.

En muchos países, este legado ha permitido alcanzar avances notables, aunque la realidad global presenta aún importantes contrastes: mientras extensos sectores en Europa han experimentado reducciones a jornadas de 30 o 32 horas semanales, en diversas regiones de Asia y Latinoamérica prevalecen turnos de hasta 11 o 12 horas. En Argentina, la alta incidencia de empleo no registrado agrava la precariedad laboral y debilita el sistema de aportes jubilatorios, afectando no solo la economía familiar, sino también el sostenimiento de quienes han contribuido a lo largo de su vida a la caja jubilatoria.

En paralelo a estas celebraciones y reivindicaciones, el feriado largo de este mes invita a rememorar uno de los episodios más dramáticos de la historia militar argentina. El pasado viernes 2 de mayo de 1982 -feriado puente-, en el transcurso de la Guerra de las Malvinas, el ARA General Belgrano fue atacado por el submarino británico HMS Conqueror fuera de la zona de exclusión.

Con la pérdida de 323 tripulantes -casi el 50% de nuestros caídos en el conflicto bélico-, esta acción marcó un punto de inflexión en el conflicto, eliminando cualquier posibilidad de salida diplomática y profundizando la herida en la memoria colectiva. El hundimiento del crucero sigue siendo hoy un símbolo de soberanía y de la necesidad imperante de preservar la memoria histórica para fundamentar futuros reclamos legítimos. El 2 de mayo, debería tener otro estatus de homenaje, casi como el 2 de abril

Este fin de semana, además de ser una ocasión para la conmemoración y la reivindicación, ha evidenciado dinámicas propias de la vida contemporánea. La reducción en el precio del combustible, anunciada al comenzar el 1 de mayo, genera un nuevo matiz en la realidad de nuestras rutas, congestionadas por el feriado extralargo, y abre el debate sobre los desafíos económicos que cotidianamente afectan al ciudadano.

El contraste entre el homenaje a los logros y luchas laborales y el recuerdo del sacrificio en el hundimiento del General Belgrano subraya la complejidad del devenir nacional. Se trata de reconocer que el progreso social y económico está íntimamente vinculado tanto a la reivindicación de derechos como a la preservación de la memoria histórica.

En este contexto, cada uno de estos eventos demanda una reflexión que trascienda la mera conmemoración: se trata de comprometerse con la mejora de las condiciones de vida y con la construcción de un futuro en el que el trabajo digno y el recuerdo honrado sean pilares fundamentales de nuestra identidad.

Les invito a que este fin de semana prolongado no sea únicamente motivo de descanso, sino también de introspección y acción. Que nuestras reflexiones y compromisos se traduzcan en un fortalecimiento del tejido social que nos permita avanzar hacia una sociedad más justa y consciente de su historia.

Que tengamos un buen domingo, todos.

AL QUE LE QUEPA EL SAYO…