El estrés se describe con frecuencia como una sensación de agobio, preocupación y agotamiento. Puede afectar a personas de cualquier edad y género.

“El cortisol, hormona del estrés, se segrega fundamentalmente en momentos de alerta o amenaza. Ayuda a hacer frente a desafíos, retos o amenazas pero en exceso es perjudicial para el organismo”, dijo Marisol Barreiro, neuro psicóloga clínica y licenciada en psicología.

En más detalle, el cortisol limita las funciones no esenciales o perjudiciales en una situación de lucha o huida. Este complejo sistema de alarma natural también se comunica con las regiones del cerebro que controlan el estado de ánimo, la motivación y el miedo. Y cuando la respuesta natural al estrés se descontrola, puede causar estragos.

“En este marco, es importante saber que la mente y el cuerpo no distinguen entre una amenaza real y una imaginaria. Por lo tanto, en ese constante estado de alerta real o imaginario, se segrega cortisol en exceso”, añadió la especialista. Las consecuencias pueden observarse a nivel físico, hormonal y psicológico.

Los síntomas más comunes de estrés son: Irritabilidad, ansiedad, depresión, problemas digestivos, dolores de cabeza, tensión y dolor muscular, enfermedad cardíaca, ataque cardíaco, presión arterial alta y accidente cerebrovascular, problemas de sueño, aumento de peso y deterioro de la memoria y de la concentración.

“Además, los picos más altos de estrés pueden llevar a padecer algún trastorno de ansiedad y hasta síndrome de Burn Out (síndrome de cabeza quemada)”, añadió la experta.

AUMENTO DE CONSULTAS

Hay momentos en el año, como lo es diciembre, en los que aumentan las consultas en el ámbito clínico y terapéutico por síntomas asociados al estrés.

El ‘síndrome de fi n de año” o el síndrome de diciembre’ tiene que ver con un aumento en los niveles de estrés de esta época del año. Se da en ese periodo porque se suelen hacer los balances, exámenes y las Fiestas, que movilizan muchas emociones.