Un paseo por estos tranquilos humedales de compacta vegetación flotante, en medio del incesante y armónico rumor que produce la naturaleza, es una vivencia única e intransferible. Aquí el viajero se ve obligado a hacer silencio para disfrutar del particular sonido del Iberá, que no sale en las fotos y entremezcla el movimiento en el agua de yacarés, pecaríes...