“Bajo este enérgico y laborioso estimulante oceánico, el espíritu humano debe germinar armónicamente. Lo decía el inolvidable Quevedo y lo reconocí en su perpetuo hábitat literario torreño, en Torre de Juan Abad: “Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan”. Así es, un buen deseo en la mirada siempre ilusiona y acrecienta la contemplativa”.
Por Víctor...