A las 3 de la tarde del sábado 17 de agosto de 1850, en Boulogne-sur-Mer, lejos de su adorada patria, don José Francisco de San Martín y Matorras pasaba a la inmortalidad de la misma forma en que vivió, sencillo y austero. Hasta en sus últimos momentos el General fue un hombre íntegro. Sabía que la tempestad llegaba al puerto. Asistido...