El gigante surcoreano Samsung anunció el lunes una actualización de su nuevo teléfono, ya que los consumidores se quejaron de que sus pantallas tenían un color extrañamente rojizo.
El lanzamiento del nuevo teléfono representa una etapa crucial para Samsung, que busca mejorar su imagen tras el fiasco del Galaxy Note 7, cuya producción tuvo que detener el año pasado por un problema de batería por causa de que podían explotar.
El Galaxy S8 fue presentado en marzo en Nueva York. Algunos clientes surcoreanos que habían encargado el dispositivo con antelación presentaron quejas porque su pantalla tenía un color inusualmente rojizo.
Las imágenes de las pantallas fueron muy compartidas en las redes sociales pero Samsung negó que hubiera ningún falló y dijo que los clientes podían ajustar manualmente los colores del aparato a su gusto.
Frente a las crecientes dudas de los consumidores, la compañía anunció que una actualización del sistema arreglaría el problema, ofreciendo al usuario una gama de colores más amplia.
“Samsung (…) ha decidido sacar una actualización de su sistema a partir de esta semana, que ofrecerá a los consumidores la posibilidad mejorada de ajustar los colores a su gusto”, afirmó el grupo en un comunicado.
Samsung Electronics es el buque insignia del grupo Samsung, responsable de una quinta parte del producto interior bruto surcoreano.
Por supuesto, no la sacaron barata: el fracaso del Note 7, un modelo a caballo entre el teléfono inteligente y la tableta, le costó miles de millones de dólares en pérdidas a la empresa.