Lo hicieron buzos entrenados que llegaron a Temaikén desde Estados Unidos. Llegaron desde California con 4 toneladas de equipamiento y una misión: sellar y fijar las paredes internas del acuario, en Escobar, sin vaciar ni una gota de agua.
El desafío demandó 5 semanas de trabajo para este grupo de buzos.
Los especialistas se sumergieron en el acuario de agua salada, de más de un millón de litros, que alberga 100 peces de 8 especies autóctonas: 4 tiburones gatopardos, rayas, corvinas, besugos, meros y chuchos que conviven en un entorno que recrea el Mar Argentino.
Los buzos entrenados de la empresa Aquatic Solutions acondicionaron el área con escafandras, tanques de oxígeno de repuesto, micrófonos y un sistema de monitoreo permanente.
“Esta es la primera vez que se realiza una reparación de este tamaño. Se restauraron las zonas cercanas a las ventanas de exhibición con selladores y concreto alrededor de los acrílicos”, explica Federico Argemi, biólogo y supervisor del Acuario.
“El agua del acuario es salada y sumamente corrosiva: produjo deterioros en distintos materiales como selladores y hormigones”, agrega.
Durante las jornadas de trabajo, los buzos fueron monitoreados en tiempo real a través de cámaras subacuáticas, controladas desde un centro de operaciones montado en el lugar.
Según los especialistas, los buzos utilizaron escafandras, porque notaron que “trabajan mejor con la cabeza seca. Cada uno de los cascos está equipado con audio y micrófono para conectarse con el exterior. Además el oxígeno entra directamente en los cascos a través de cables que provienen de un compresor externo de baja presión. Esta solución les permitió moverse con mayor comodidad”.