Carlos Cafri se formó en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste, donde se graduó con el mejor promedio en el año 1982 y compartió con Télam la su historia. A pesar de haber migrado hace más de 30 años, confesó que “nunca perdés las raíces”.
El cardiólogo argentino Carlos Cafri, actual director de Cateterismo y Hemodinámica del Hospital Soroka de la ciudad israelí de Beer Sheva, resaltó la “formación sólida y el entusiasmo por aprender” que recibió en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) de Corrientes y afirmó que sostiene un “vínculo muy estrecho” con Argentina y que, a pesar de haber migrado hace más de 30 años, “nunca perdés las raíces”.
Cafri se formó en la Facultad de Medicina de la UNNE, donde se graduó con el mejor promedio en el año 1982, y luego continuó su especialización en Cardiología en el Hospital Escuela “Gral. José Francisco de San Martín” de Corrientes.
En esos primeros años, gracias a una beca del Rotary Club logró viajar a México para especializarse en electrofisiología en el Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez” y allí “comenzó la idea de emigrar”, reconoció en diálogo con Télam.
“No estaba convencido pero en el 89 con la hiperinflación de Alfonsín el pesimismo era total”, aseguró y comentó que con su esposa Patricia, que es odontóloga, tomaron la decisión una noche.
“Por suerte Israel tiene muchos planes migratorios para las personas de la comunidad judía, en lo legal fue fácil, hubo mucho apoyo”, afirmó Cafri que si bien pertenecía a la comunidad judía de Corrientes no había tenido una educación hebrea.
“En el primer año aprendí el idioma ya que tenía que revalidar mi título de médico en Israel. Naturalmente hubo un golpe cultural grande, son sociedades distintas, el idioma es difícil y yo no tenía formación en hebreo”, aseguró el médico y explicó que entre Argentina e Israel “son distintas las normas de convivencia”.
Una vez asentado en Israel, Carlos recibió el ofrecimiento para trabajar en la ciudad de Beerseba, en el sur del país, donde funciona el Centro Médico Universitario Soroka, considerado el Hospital General más grande de Israel.
Ese hospital, que está asociado a la Facultad de Medicina de la Universidad de Ben-Gurion, tiene 1.173 camas y atiende a más de 1,2 millones de personas abarcando un área que comprende el 60 por ciento del territorio.
“El país es en su mayor parte un desierto y el sur es menos poblado, pero el hospital en el que trabajo cubre casi la mitad del país”, aseguró Cafri y reconoció que “los primeros años fueron muy duros siendo médico sin manejar del todo la lengua pero el desarrollo profesional fue muy bueno. Acá la medicina es pública en un 90% y es excelente”.
Gracias a su dedicación, hace 18 años que dirige la Unidad de Cateterismo y Hemodinámica del hospital y tiene a su cargo a 7 médicos especialistas y 20 profesionales técnicos entre enfermeros, radiólogos, biotécnicos y administrativos.
“La atención médica está muy ligada a la universidad, uno puede ir escalando en posiciones según el trabajo académico que vaya teniendo y eso hace que haya que estar todo el tiempo actualizándose”, sostuvo el profesional que publicó más de 50 artículos en revistas y encabezó congresos en Israel y Europa.
En su área, se realizan por año entre 2.500 y 3.000 cateterismos, de los cuales el 95% corresponden a pacientes coronarios.
En Argentina, Carlos llevaba el apellido Capará pero cuando se mudó a Israel decidió cambiárselo a Cafri ya que el anterior se confundía fonéticamente con otras palabras en hebreo mientras que Cafri significa “hombre del pueblo o de la aldea”, contó.
Al vivir en Israel, Carlos también sufrió en carne propia el ataque que milicianos del Hamás encabezaron el 7 de octubre del año pasado al infiltrarse en el territorio israelí, donde asesinaron a centenares de personas y secuestraron a otras tantas.
“Hay mucha incertidumbre, nadie sabe que va a pasar. Me preocupa porque tengo hijos y nietos”, aseguró y comentó que el día del ataque había salido a correr y comenzó a ver “luces en el cielo” que eran cohetes que venían de la Franja de Gaza, que se encuentra a 40 kilómetros de su ciudad.
A más de 30 años de haber emigrado, Carlos valoró su formación en la UNNE ya que sus profesores le transmitieron “el entusiasmo por aprender” y aseveró que mantiene un vínculo estrecho con Argentina.
“Nunca dejás de ser argentino, van más de 30 años de que me fui y, si bien se me fue la nostalgia y el extrañar, sigo viendo las noticias y me mantengo muy al tanto de cómo está el país porque tengo familia allá. Gracias a la tecnología podemos tener un vínculo estrecho”, aseguró Cafri, que sigue comiendo asados y que miró todos los partidos del Mundial que obtuvo Argentina de la mano de Lionel Messi.
“El vínculo siempre está, no perdés las raíces”, concluyó y confirmó que viajará al país en mayo para disertar en el Congreso de la Federación Argentina de Cardiología en Rosario y visitar a sus familiares.
POR IVÁN FEDERICO HOJMAN (Télam)