Y un día volvieron: Caballeros de la Quema y su regreso a los escenarios

Por única ocasión y con la idea de que se trataba de un evento gratuito, los muchachos de Morón desempolvaron las canciones que pergeñaron a lo largo de los ’90.

Luego de 15 años de ausencia, la banda rockera argentina Caballeros de la Quema se reunió por única en forma gratuita en un emotivo concierto de más de dos horas ofrecido en el Estadio Único de La Plata en el marco del Festival Provincia Emergente ante unas 25.000 personas.

En secreto y gracias a la gestión de su ex-manager Martín Rea, programador del Provincia y el Ciudad Emergente, los Caballeros volvieron a reunirse y comenzaron a limar asperezas y desandar un camino que había tenido muy separados a Iván Noble del resto de sus compañeros de ruta.

El tiempo también permitió ver que a lo largo de su carrera la banda abarcó terrenos como el reggae rock, la canción rockera, el rock americano y hasta un grunge casi seminal, además de letras con fuerte contenido social.

Acompañados por una sección de bronces, un percusionista y el tecladista Rubén Casco, los Caballeros subieron al escenario para repasar canciones de sus cinco discos de estudio y su primer demo en formato casete denominado Primavera negra (1991).

 

El show recuperó al Noble rockero, que se sacó por un rato el traje de cantautor, confirmó que Castillo y el Nene Cavo conforman una base firme y segura y que Pablo Guerra y Méndez son dos guitarristas estupendos, quizás los mejores de su generación.

El grupo abrió el recital con “Pejerrey” de su disco “Sangrando” (1994) con un Noble excitado, arengando desde el escenario mientras el público cantaba el estribillo. Precisamente la gente que el viernes llegó al Único de La Plata, obligando a retrasar el inicio del show, fue lo que encendió aún más a la banda que todo el tiempo manifestó la sorpresa por su convocatoria.

Con “Patri” del disco “Manos vacías” (1993), la banda mostró su costado más crudo y duro y Noble recuperó su mirada más ácida, de feroz retratista del realismo salvaje bonaerense en tiempos del menemismo.

Luego llegó “Todos atrás y Dios de 9″ del disco La paciencia de la araña (1998), con el estadio coreando una acertada metáfora de la argentinidad en tiempo de hit y un destacado trabajo de los bronces. Luego la banda mostró su sapiencia para recordar sus incursiones en el reggae con “¿Qué pasa en el barrio?” de “Perros, perros y perros” lanzado en 1996, bien conducido por la base, con buenos arreglos de bronces y guitarras y Noble recordando su lado más Bukowski.

Desde las pantallas se veía una interesante puesta visual con imágenes desconocidas de la banda, viejos ensayos, partes de sus clips y trabajos realizados para este concierto.

Los bronces y la percusión le dieron aires latinos al comienzo de “Sangrándonos” que se puso furioso luego de un par de estrofas, mientras se volvían a recordar las influencias de Bukowski pero también las de Raymond Carver.

En “Huelga de princesas”, Noble ya muestra su lado más Leonard Cohen, más Joaquín Sabina de perdedor romántico, mientras la banda labró un blues de gran salón con la participación de los bronces y un final tipo orquesta de swing.

Luego Noble se calzó la acústica y arrancó con los acordes de “Hasta estallar”, canción en la banda que se acerca mucho al género americano mostrado de manera brillante por Tom Petty y que en su momento supo ser cantada por León Gieco. Dicho tema se considera una viñeta del oeste del conurbano bonaerense y las imágenes del videoclip aportadas por Raúl Perrone enriquecieron aún más esa visión.

Esa línea americana siguió con la hermosa “Mientras haya luces de bar”, en la que Guerra y Méndez se lucieron con notables punteos para darle paso al público y a Noble guiando la canción hasta el susurro final.

El bandoneonista Lautaro Greco subió para darle aires tangueros al hit “Fulanos de nadie” que todo el estadio corea de principio al final.

El piano y Noble con la acústica marcaron el inicio de “Otro jueves cobarde”, que contó con el apoyo vocal de Sabina pero en este caso sonó bien americano, como si se tratara de una balada de Bruce Springsteen.

Guerra y Méndez volvieron a americanizarse para el hit “Sapo de otro pozo”, que nuevamente generó un notable ida y vuelta con la gente que agitó banderas de Merlo, Palomar y Morón, mientras Noble vibraba de emoción.

La banda volvió a revisar sus primeros discos para rockearla mientras Iván Noble, líder de la banda, volcaba otra vez sus crudas letras sobre delincuentes barriales y perdedores en canciones como “Carlito” –el primer hit de la banda- y “Celofán”, donde se retrata la dura vida del rockero emergente e independiente.

El cierre fue con la veta más cancionera de la banda y un coreadísimo “Avanti morocha”, canción más importante en la historia de la banda. Para el final, Noble invitó a los hijos de todos los integrantes del grupo a subir al escenario a corear junto a ellos la hermosa “Oxidado”, un himno del hermoso perdedor con su estribillo “vuelvo a mi cucha rengueando estas ganas borrachas de volverte a ver/no es que no quiera ladrarte, lo que no me anda sobrando es la fe/no es que no quiera cuidarte, ando nockeado y no puedo hacer pie/y no es que no quiera tocarte/ando volteado, nena”, mientras que todo el estadio aullaba el “lloro, lloro, lloro” hasta quedarse sin voz.

Este show (por ahora el único anunciado) fue grabado en audio e imagen y no se sabe aún si se editará, así como tampoco se conoce si el combo prolongará este regreso, luego de convencerse que el público argentino sigue buscando buenas canciones de rock como las que Noble y sus colegas supieron pergeñar.