Por Eduardo Rivas – Cuando allá por 2001 le consultaban al técnico de Racing Club sobre las posibilidades de sacar campeón al Club después de 35 años, Reinaldo ‘Mostaza’ Merlo inmortalizó dos frases: ‘paso a paso’, para no generar falsas expectativas y esperar el resultado del trabajo para recibir las recompensas, y ‘la base está’, con la que pretendía sintetizar que tenía el plantel como para poder dar pelea.
En otro ámbito bien podría aplicar la frase el Presidente Milei quien, tras conocer que el gobernador fueguino Gustavo Melella no recibiría a la Jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses Laura Richardson, decidió volar a Ushuaia y acompañarla en un acto protocolar.
Allí Milei afirmó ‘Hoy nos encontramos aquí en Ushuaia para monitorear los avances en el desarrollo de la base naval integrada y seguir fortaleciendo la relación de amistad y colaboración entre ambos países.’ Si bien en el mismo discurso afirmó ‘Se trata de un gran centro logístico que constituirá el puerto de desarrollo más cercano a la Antártida y convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco. Esta obra nos permitirá desarrollar la economía local, brindar un servicio logístico que permita las reparaciones y apoyo a los cruceros de buques comerciales que operan en el Atlántico Sur. Brindará apoyo logístico real al desarrollo científico de los diversos programas antárticos internacionales y permitirá que navíos y rompehielos argentinos y del mundo puedan acceder en Ushuaia a reparaciones, reabastecimiento u otros servicios que necesitan antes de dar el último paso de su travesía.’, lo que pareció matizar la afirmación inicial y esto activó las alarmas en Argentina.
¿Una base naval conjunta entre Argentina y Estados Unidos? Fabián Calle lo desestimó al sostener que la idea de la base naval integrada ‘es un proyecto de hace más de 30 años. La Argentina viene trabajando para la proyección en la Antártida y el Atlántico Sur. Eso requiere una inversión. El gobierno de Milei decidió avanzar en esta obra, impulsándola desde el sector privado. No implica que sea una base militar norteamericana. Obviamente la podrán usar países aliados o con los que tengamos buena relación, pero no es una base binacional. No es una concesión, como la que el kirchnerismo hizo a China en la provincia de Neuquén con la base de Exploración del Espacio Profundo. A diferencia del proyecto chino, esta es una base de las Fuerzas Armadas argentinas’.
¿Pero se discutió esta cuestión? No, como no se discutió el acuerdo con China ni el puerto ‘privado’ que capitales chinos construirían en Ushuaia.
La realidad es que no cambian los métodos, solo cambian los actores. El gobierno de Fernández acordaba con China, el de Milei con Estados Unidos, y las críticas fluctúan de acuerdo a qué lugar le toca ocupar a cada uno.
En ningún caso es parte de un debate nacional sobre el rol que debe asumir Argentina en el concierto de las naciones y el aprovechamiento de sus ventajas competitivas por ubicación y recursos. Todo es parte de un toma y daca de dudosos beneficios de corto plazo.
Mientras tanto los argentinos, en desconocimiento total de la situación seguirán tratando de sobrevivir en el día a día preocupados por la cruda realidad cotidiana más que por el espacio profundo o el continente blanco.
En cualquier caso, y parafraseando a Mostaza Merlo, la base está… y estará.