Un estudio reveló que algunas personas tienen una respuesta inmunitaria nunca vista para desarticular la infección.
Cuatro años después de la explosión de la pandemia de Covid-19, la comunidad científica continúa estudiando el virus SARS-CoV-2 para descifrar sus enigmas en cuanto a transmisión, mejorar las vacunas, y conocer qué secuelas puede dejar este patógeno, sobre todo, en personas con enfermedades crónicas o mayores de 60 años.
Este virus que sorprendió al mundo entero, generando un evento sanitario sin precedentes, tiene un comportamiento particular, ya que muchas personas cursaron la enfermedad en forma asintomática, otras fueron hospitalizadas y pasaron semanas en terapia intensiva, y unos 28 millones de infectados fallecieron.
Asimismo, hay un grupo de personas que nunca se vacunó y tampoco se contagió la enfermedad, siendo que el virus es muy transmisible. Esa incógnita, también está en el foco de los especialistas, ya que puede dar respuestas para un refuerzo inmunológico más efectivo.
Así, investigadores del Reino Unido, Países Bajos y Tailandia llevaron a cabo un estudio en el que, básicamente, contagiaron adrede a personas sanas, que habían dado su consentimiento en 2021. El trabajo fue dirigido por el Instituto Wellcome Sanger, el University College de Londres (UCL), el Imperial College de Londres y el Instituto Oncológico de los Países Bajos, entre otras instituciones y los resultados se publicaron en la revista Nature.
Los científicos alcanzaron un descubrimiento sorprendente: las personas capaces de defenderse del SARS-CoV-2 y no enfermarse tienen respuestas inmunitarias únicas, que ayudan a evitar una infección sostenida. Los especialistas detectaron la existencia de una respuesta del sistema inmune localizada en el revestimiento de la nariz, que logra identificar al virus e impedir que se afiance y que cause la infección.
Contagios con fines científicos
El virus se administró por vía nasal a 36 voluntarios adultos sanos, sin antecedentes de infección o vacunación. El entorno se controló cuidadosamente para permitir a los investigadores captar la trayectoria de la infección desde el momento en que una persona se expone al virus, a través de su infección, y más allá del punto en que está libre de virus.
Los investigadores realizaron luego un seguimiento detallado de la sangre y el revestimiento de la nariz de 16 voluntarios, tanto de la infección completa como de la actividad de las células inmunitarias antes de que se produjera la infección.
En el siguiente paso, los equipos del Instituto Wellcome Sanger y la UCL utilizaron la secuenciación unicelular para generar un conjunto de datos de más de 600.000 células individuales. Este trabajo forma parte de la iniciativa Human Cell Atlas, cuyo objetivo es cartografiar todos los tipos de células del cuerpo humano.
En todos los participantes, el equipo descubrió respuestas hasta entonces desconocidas que intervienen en la detección inmediata del virus. Entre ellas, la activación de células inmunitarias especializadas de la mucosa nasal y cambios en los glóbulos blancos inflamatorios que normalmente ingieren y destruyen a los patógenos.
Los individuos que eliminaron inmediatamente el virus no mostraron una respuesta inmunitaria generalizada típica, sino que montaron respuestas inmunitarias innatas sutiles y nunca vistas en la nariz. Los investigadores sugirieron que los niveles elevados de un gen denominado HLA-DQA2 antes de la exposición también ayudaron a las personas a evitar que se produjera una infección sostenida.
Por otra parte, los seis individuos que sí desarrollaron una infección sostenida por el coronavirus mostraron una respuesta inmunitaria rápida en la sangre, pero más lenta en la nariz, lo que permitió al virus establecerse allí.
“Estos hallazgos arrojan nueva luz sobre los eventos tempranos cruciales que permiten que el virus se arraigue o que se elimine rápidamente antes de que se desarrollen los síntomas. Ahora conocemos mucho mejor toda la gama de respuestas inmunitarias, lo que podría sentar las bases para desarrollar posibles tratamientos y vacunas que imiten estas respuestas protectoras naturales”, aseveró Marko Nikolic, autor principal del estudio. (DIB) ACR