Por Eduardo Rivas * – Dicen que los argentinos nos parecemos a los italianos, a los del sur al menos, y quien haya estado en la península al sur de Roma, habrá podido comprobar que esta afirmación se ajusta mucho a la realidad.
Ruidosos, gritones, familieros… somos muy parecidos, y algunos argentinos son mucho más parecidos a algunos italianos del sur, y no sólo por eso, ni por el apellido, ni por el amor por la pizza o las pastas, sino por sus códigos de conducta, por su forma de actuar, por su omertà.
La omertà es la ley del silencio por la que los mafiosos pretenden garantizar la impunidad de sus actos, puesto que al no reconocerlos, se dificulta el esclarecimiento judicial de los mismos.
Son muchos los que han respetado a muerte esta ley, desde Totó Riina en Italia, a Eduardo Massera o Néstor Kirchner en Argentina, pero no todos los mafiosos soportan ser parte de la mafia. Así lo prueba el accionar de Joe Valachi quien 50 años atrás reconoció en el Congreso de los Estados Unidos la existencia de una mafia ítalo-estadounidense, y así lo probaron en Argentina algunos de los mafiosos.
Adolfo Scilingo la rompió con sus camaradas de armas cuando reconoció la existencia de vuelos de la muerte y se autoincriminó en el cometido de crímenes de lesa humanidad, y en los últimos días Alejandro Vandenbroele se sumó a esta lista.
Por lo que se conoce hasta el momento el ¿testaferro? del ex Vicepresidente de la República (sí, parece increíble pero es así, está casi probado que el ex Vicepresidente de la República Amado Boudou es un delincuente que tenía testaferro para intentar ocultar los beneficios económicos de su accionar) sigue los mismos pasos. Se acogió a la nueva ley del arrepentido y declaró ante el juez aportando datos y pruebas que exponen el accionar mafioso de las más altas esferas del gobierno peronista que estuvo al frente del país entre 2003 y 2015, le expuso que no fue magia, fue mafia.
Pese a las expectativas, ni Ricardo Jaime, ni Lázaro Báez, ni José López, ni Roberto Baratta, ni Amado Boudou han dado muestras de estar dispuestos a romper la omertà… pero diferente es el caso de Julio De Vido, quien desde su celda comenzó a escribir y enviar cartas a los medios con velados mensajes para quienes deben saber decodificarlos en los que amenaza con romper el pacto de silencio, porque no está dispuesto a ser el chivo expiatorio; en sus palabras ‘quiero decirle que no estoy, mientras siga con vida, dispuesto a jugar en la historia el papel que tuvo el Senador Cantarero, téngalo muy presente’.
Y como son códigos compartidos dentro de la mafia, José Luis Gioja entendió rápidamente lo que le quisieron decir y afirmó que ‘Ha sido siempre mi accionar, y mucho más como presidente del PJ, no polemizar a través de los medios de difusión. Mucho menos con un compañero privado injusta e ilegalmente de su libertad’, es decir, los acuerdos mafiosos se hacen en privado, no de forma pública, a la luz del día lo que se hacen son los aprietes, para que todos entiendan cuál es el juego y cuáles son las consecuencias de jugarlo mal.
Parece ser que Vandenbroele lo entendió y pidió la escupidera, perdón el auxilio, del Poder Ejecutivo (es paradójico que la ayuda se la tenga que brindar el Gobierno Macri) para ser parte del Programa Nacional de Protección a Testigos e Imputados Colaboradores, obtener custodia para evitar correr los riesgos de desafiar al poder de la mafia y aportar datos que permitan esclarecer algunos de los delitos en los que se encuentra denunciado junto a sus cómplices.
Una canción que estuvo de moda allá por 1995 decía que el amor es más fuerte, ¿la omertà también lo será?
Mientras tanto tenemos la posibilidad de afirmar nuestro parecido con ‘tanos’ y emprender un camino similar al que inició Italia en 1992 con su ‘Mano Pulite’, ¿habrá alguien dispuesto a ser el Fiscal General Antonio Di Pietro de nuestro país?
* Licenciado en Ciencia Política | [email protected] | @eduardorivas07