Por el cambio climático, los agricultores deberán desplazar sus cultivos a zonas más frescas y salvajes.
Un grupo de investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, ha elaborado un estudio que alerta sobre la posibilidad de desaparición de este suculento manjar. El responsable de esta catástrofe culinaria no es otro que el cambio climático, que avanza inexorable arrasando todo a su paso. Huracanes, tornados, inundaciones, sequías históricas, incendios forestales y el temido deshielo, con su consecuente aumento de temperaturas, son sólo algunas de las consecuencias.
Ante esta tesitura, el sector de la alimentación ve cómo sus granjas y cultivos caen bajo el yugo del calentamiento global, siendo el chocolate uno de los productos más perjudicados. Los científicos predicen un descenso constante en la producción, alcanzando una caída drástica entre las décadas de 2020 y 2030. Sin embargo, no será hasta 2050 cuando la situación se torne desesperada, obligando a los agricultores a desplazar los cultivos a zonas antes impensables como la montaña, mucho más fresca y salvaje que su actual hogar.
No obstante, los expertos no sólo culpan de este problema al cambio climático. Otros factores son el aumento del consumo, 10% más en comparación con años anteriores, el ataque de las plagas o un sistema de producción mayoritariamente tradicional. “A diferencia de otros cultivos que se han visto beneficiados por el desarrollo, las técnicas de producción y cultivo del chocolate siguen siendo las mismas que hace cientos de años en el 90% de los casos. No se aprovecha su potencial genético, sino que son pequeñas explotaciones de agricultores”, explica Doug Hawkins, investigador de Hardman Agribusiness. La solución parece ser crear un sistema de cultivo mucho más rentable, rápido y sostenible.
El chocolate no es el único alimento en riesgo
Como bien es sabido, el café es otro de los productos que se encuentra en peligro de extinción y que, además, sufre la agresión de un hongo mortal que ya ha dañado gran parte de la producción de América Central. La subida de las temperaturas supone también un incremento de iones de hidrógeno en el agua, lo que dificulta la supervivencia de especies como las langostas, el salmón, la trucha, las ostras o los cangrejos, todos ellos de consumo humano. Un riesgo acuciante que se une a la presencia de pesticidas y químicos contaminantes en el medio.
Fuente: Proyecto Geo