Por Sofía Falke – “Lo hace la flor simplemente enseña al mundo la lozanía de la cereza” Anónimo
Las flores comúnmente se relacionan con el amor pasional, para muchos son símbolo de paz, prosperidad. También, suelen ser objeto de una demostración de amor, sacando sonrisas, como hemos hablado en la columna de “El kiosco de las flores”. Definitivamente, hacen a la diferencia.
La realidad es que muchas veces hay cosas, externas o internas, naturales o artificiales, que a nosotros nos hacen sentir bien, queridos, y nos dan felicidad. Las cosas representan, también están plasmadas de significados. Por ejemplo, la flor la asociamos con primavera, con belleza, con emoción, entre otros.
Es por ello que se me viene a la mente la idea de que no deberíamos solo guiarnos por el afuera, porque en gran medida pasamos la vida esperando a que las cosas que nos rodean sean portadores de valores, de creencias, de emociones que al fin y al cabo solo podemos adquirirlas en el fondo de nuestro ser.
Sin lugar a dudas, hay condicionantes externos que ayudan a cómo nos sentimos, qué pensamos, o qué creemos. Y eso tampoco está mal, el problema es cuando vemos a lo exterior como fuente de felicidad interior.
Me parece de suma importancia entonces ver a la flor desde otro lugar, es decir desde nuestro interior. Sería maravilloso que también nos demos el lugar que nos merecemos, permitiéndonos así florecer, que logremos que cada paso que demos en la vida sea un paso hacia dónde queremos llegar, y hacia dónde podemos llegar.
Es eso que las flores transmiten es lo que propongo que todos tengamos presente en estos días. Porque más allá de como esté el país, como esté el mundo, como estemos nosotros, si no damos pasos para adelante nunca lograremos avanzar.
Y algún día, la pequeña flor que llegábamos con ilusión de que florezca, seremos nosotros, que habremos dejado cualquier impedimento atrás y habremos logrado lo que tanto anhelábamos. Tal vez la felicidad, tal vez la compañía que buscábamos, o tal vez la paz interior.