Un grupo de arqueólogos del CONICET estudian las características climáticas y ambientales de los ecosistemas semiáridos durante los últimos 6000 años al oeste de la provincia de Catamarca y cómo las sociedades originarias de la región realizaron modificaciones en el ambiente para desarrollar un uso sustentable de la tierra en sus prácticas productivas.
En un estudio titulado “Evolución paleoambiental en un valle semiárido de la provincia de Catamarca” realizado en el valle El Bolsón ubicado a unos 100 kilómetros de la ciudad de Belén, los investigadores profundizan en los cambios generados en el ambiente desde las sociedades prehispánicas y sus formas de relación con el medio ambiente.
La doctora Ana Soledad Meléndez, investigadora de la Escuela de Arqueología de la UNCA y becaria posdoctoral en el Centro de Investigaciones y Transferencia de Catamarca CITCA-CONICET, afirmó: “Esta información no sólo nos sirve para entender las dinámicas ambientales del pasado, sino que también nos ayudan a comprender algunos problemas actuales como la erosión del suelo, que son muy característicos de ambientes áridos y semiáridos del noreste argentino”.
Las primeras ocupaciones y cambios estructurales en el paisaje fueron datadas en 2190 años antes del presente, a partir de la recuperación de cerámicas y carbón vegetal producidas por los pobladores de aquel entonces y diversas técnicas de cultivo y pastoreo.
Según explicó la investigadora a la Agencia CTyS-UNLaM, “en la actualidad, estos problemas -como la pérdida de fertilidad en los suelos- afectan a la gente que vive en estos lugares y que practican agricultura o ganadería en pequeña escala como base de la economía familiar”.
Si bien el estudio está localizado en el municipio de Villa Vil, desde la bibliografía histórica se lo conoce como valle de El Bolsón, por lo que los expertos que integran el equipo de trabajo interdisciplinario utilizan dicho nombre en sus publicaciones. El lugar es considerado como un área de tránsito, desde los valles bajos que son característicos de las sierras pampeanas hasta la puna catamarqueña que es una continuación del altiplano boliviano, comúnmente atravesados por viajeros que toman las rutas 40 y 43.
“En arqueología estudiar los cambios del clima y del ambiente desde el paisaje nos ayuda a comprender cómo las sociedades del pasado fueron desarrollando sus vidas en diferentes lugares, a qué problemas se enfrentaron y qué soluciones técnicas encontraron a esas dificultades en los ambientes”, aseguró Meléndez.
Asimismo, explicó que: “Una vez que conocemos la dinámica ambiental y qué practicas productivas se desarrollaron en dicho lugar, podemos distinguir entre los eventos que responden a causas naturales, como sequías o inundaciones, de eventos que están vinculados a la actividad humana sobre el ambiente, como el sobrepastoreo, la agricultura, manejo de agua y fuego o, el desarrollo de infraestructura como obras hidráulicas o poblados y el abandono de los lugares”.
Otros estudios del CITCA-CONICET realizados en Catamarca
En esta misma línea, el equipo interdisciplinario, integrado además por investigadores y becarios del CONICET y las Universidades de Catamarca, Tucumán y Jujuy, se encuentra trabajando en paralelo en dos áreas con características diferentes de Catamarca. “Lo que estamos haciendo en este momento es ampliar los trabajos que ya se hicieron hacia otros valles, uno es Rodeo Gerván que presenta características similares a El Bolsón por ser un valle de altura y semiárido en el oeste de la provincia”.
“Por otro lado, trabajamos en la cuenca del río Albigasta ubicada al este de Catamarca, esta cuenca nace en las cumbres de las sierras de El Alto- Ancasti, parte estructural de las sierras pampeanas y que al este descienden hacia la llanura santiagueña, con otro tipo de ambientes y paisajes, en una zona más húmeda. Allí desde la arqueología se encontraron rastros de ocupaciones prehispánicas de al menos dos mil años atrás con prácticas agrícolas muy extensas”, dijo Meléndez.
Estos terrenos que hoy parecen naturales comprenden un trabajo intenso de antiguos pobladores. “Detectamos procesos de erosión de suelos muy marcados, con cárcavas que generan pérdidas importantes superficies cultivables, entonces estamos aplicando técnicas que usamos en el Bolsón para poder entender cuáles fueron los motivos que desencadenaron los procesos erosivos en espacios con ocupaciones humanas”, concluyó la investigadora principal del proyecto.