Las alergias alimentarias se caracterizan por reacciones alérgicas a algún alimento en particular: entre los más frecuentes se encuentran la leche de vaca y el huevo, aunque también hay casos de alergia a la soja, el trigo, frutos secos, pescado, mariscos y maní. Ellas, las alergias, impactan en la calidad de vida del paciente y de su familia, en ocasiones con riesgo de vida, lo que las posiciona como un verdadero problema de salud pública.

Si bien cualquier alimento puede causar alergia, los más comunes son la leche de vaca y el huevo, la soja, el trigo, frutos secos, pescado, mariscos y el maní. (Archivo DIB)

“Como su nombre lo indica, las alergias alimentarias tienen su origen en la respuesta anormal del sistema inmunológico contra las proteínas de ciertos alimentos, reacción que se repite cada vez que éste se ingiere. Entre los principales responsables de este tipo de alergias se encuentran la leche de vaca y el huevo, aunque también se presentan reacciones ante otros alimentos como la soja, el trigo, frutos secos, pescado, mariscos y el maní”, informó Claudio Parisi, médico especialista en Alergia e Inmunología, ex presidente de la AAAeIC.

“Los alimentos son fuente de nutrición y placer, están arraigados a nuestras costumbres y cultura, pero para muchas personas pueden ser un problema para la salud, para el bienestar y en ocasiones pueden poner en riesgo la vida”, afirmó por su parte Karina López, médica especialista en Alergia e Inmunología Infantil, Directora del Comité de Alergias Alimentarias y Anafilaxia de la AAAeIC.

Las alergias alimentarias han cobrado más importancia por su drástico aumento en los últimos años, impactando en la calidad de vida del paciente y de su familia, en ocasiones con riesgo de vida, lo que la posiciona como un verdadero de salud pública.

Los especialistas reconocen que si bien existe una base genética (tener un familiar cercano alérgico aumenta el riesgo del niño), otros factores que predisponen su desarrollo son en el incremento de los nacimientos por cesárea con cambios en la microbiota, deficiencias de algunas vitaminas en la madre, uso temprano de antibióticos y falta de lactancia materna.

En cuanto a los diferentes tipos de la enfermedad, Parisi describió que se pueden presentar dos grandes grupos de pacientes: los que inician sus síntomas de forma rápida, luego de la ingesta del alimento (cuyas reacciones están mediadas por un anticuerpo denominado IgE) y los que lo hacen tardíamente.

En ambos casos las manifestaciones son variables: desde las leves, como enrojecimiento alrededor de la boca, ronchas y/o hinchazón en labios y párpados, hasta el shock anafiláctico con riesgo para la vida. “Hay niños que suelen debutar con síntomas gastrointestinales, tales como cólicos persistentes, vómitos, reflujo, diarreas y/o deposiciones con mucosidad y sangre. El eccema también suele ser un signo de alergia alimentaria”, refirió López.

¿Cómo es el tratamiento?

Su tratamiento se basa en la exclusión del alimento involucrado. Particularmente, en la alergia a la proteína de la leche de vaca, en caso de no poder sostener la lactancia, se debe reemplazar por fórmulas lácteas especiales, indicadas por el médico según el tipo de alergia. De todas formas, los especialistas destacan que no debe retrasarse la introducción de alimentos a los que el paciente no es alérgico.

Como medida de prevención, se recomienda -entre otras- favorecer el parto natural, mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y complementaria hasta los 2 años, evitar antibióticos innecesarios, sobre todo los primeros meses de vida y fomentar en la madre una dieta variada y saludable sin restricción de alimentos alergénicos, durante el embarazo y la lactancia.

Algunos niños pueden requerir dietas estrictas que generan dificultades y hostigamientos a la hora de socializar y en la escolarización, un 20 % de las reacciones graves pueden ocurrir en la escuela, lo que produce ansiedad y estrés.

“En general, las alergias alimentarias son una condición benigna y transitoria, solo un porcentaje menor no se cura. El trabajo en equipo entre paciente, familia, comunidad, docentes y el personal de salud es fundamental para promover un ambiente seguro y mejorar la situación de los niños con alergias alimentarias”, concluyó Parisi

Inocuidad y seguridad alimentaria

En un mundo globalizado como el que vivimos resulta esencial garantizar la seguridad de los alimentos en cada etapa de la cadena: desde la producción hasta la cosecha, en el procesamiento, el almacenamiento, la distribución; hasta la preparación y el consumo.

Cuando un alimento no presenta o tiene niveles aceptables y seguros de elementos que implican un riesgo para la salud de los consumidores, se dice que es inocuo. Bacterias, virus o residuos de pesticidas, son algunos de los ejemplos de estos elementos dañinos, que no percibimos a simple vista y pueden ser causantes de enfermedades.

“La aplicación de las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPAs) tiende a garantizar la inocuidad de los alimentos desde la producción hasta la cosecha, haciendo foco en la protección de la salud humana, la higiene y el medio ambiente”, sostuvo la ingeniera agronóma Estefanía Reati, Gerenta Técnica y Cofundadora de Síntesis Biológica, empresa dedicada al desarrollo y producción de bioinsumos.

Según estimaciones de las Naciones Unidas, al año se producen 600 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos, principalmente en poblaciones vulnerables y marginadas, y cerca de tres millones de personas en todo el mundo mueren cada año por enfermedades transmitidas por el agua y los alimentos.

(DIB) MCH