La pregunta es cómo comemos. No solo qué sino cómo. ¿Le otorgamos el tiempo necesario? ¿Saboreamos la comida? ¿Hacemos registro de eso que ingerimos? La respuesta, en la mayoría de los casos, es no. Mientras nos alimentamos, abrimos Instagram, contestamos los mensajes pendientes o miramos televisión, y eso está mal. Ser rehenes de esos estímulos, atenta contra nuestra nutrición y es necesario re-aprender el modo en el que nos vinculamos con los alimentos.
Esa es la propuesta de la alimentación consciente o Mindful Eating, una tendencia que, aunque lentamente, crece entre los argentinos y ayuda a escuchar el cuerpo y a estar poner atención en sus necesidades.
“Estar presente, consciente en el momento de comer, poner en juego todos los sentidos. Esa es la propuesta de la alimentación consciente, y si bien parece una obviedad, no lo es”, señaló a Vida y Salud Hoy la Licenciada en Nutrición, Eva Henderson (www.nutricioneva.com.ar).
“El sentarse a comer es un acto en sí mismo. Y hay que dedicarle el tiempo adecuado. Para muchas personas comer es como un trámite. Y eso tiene profundas consecuencias en el modo en el que nos vinculamos con la comida. Si no hay registro de eso, aparecen los atracos y las ingestas por encima de lo que necesita nuestro cuerpo”, amplió.
Henderson, especialista en nutrición vegana y vegetariana, señaló que “la propuesta es darle la atención central al momento de comer, no estar haciendo esta cosa, y dedicarle un tiempo de al menos 20 minutos”. Y añadió: “Esto hay que pensarlo también en los entornos laborales, donde solo tenemos media hora para elegir los alimentos y sentarnos a comer”.
Es que si nos tomamos el tiempo necesario, podemos observar lo que nos servimos, las texturas, los colores, y eso va preparando al cuerpo para la ingesta. “La propuesta es la masticación lenta. Permitir sentir todos esos sabores. Hacer registro”, explicó Henderson.
“Sucede en muchas ocasiones que la gente no sabe cuando está satisfecha y muchas personas solo paran de comer cuando no dan más. Con la alimentación consciente la idea es ir reevaluando y entender el nivel de saciedad. Y esta experiencia, de comer así, parece muy sencillo pero no lo es, se interponen una enorme cantidad de dificultades que hay que saber sortear”, señaló.
La nutricionista explicó que adquirir ese nivel de conciencia ayuda además a poner el foco en la calidad de los alimentos que ingerimos. “Es tanta la oferta de la industria de los alimentos y estamos tan bombardeados de publicidad, que la gente está perdida, hay una gran confusión. Por eso, estar presentes, atentos y conscientes a la hora de alimentarnos, ayuda a elegir mejor lo que comemos porque el cuerpo va dando mensajes”, indicó.
“Argentina, sin educación alimentaria”
La nutricionista sostuvo que “lamentablemente en la Argentina no hay educación alimentaria” y que por ese motivo, “las personas están a merced de lo que dice el mercado”. Y añadió: “Las últimas encuestas de nutrición realizadas a nivel nacional arrojaron resultados devastadores, es muy preocupante”.
En ese sentido, señaló que “es necesario saber cuál es cadena de producción y cómo se da el proceso para que el alimento llegue a la mesa” y aconsejó dejar de lado los productos industrializados y dar más lugar a las frutas, las verduras y las legumbres en la alimentación diaria. “La Argentina está muy por debajo de la ingesta de fruta recomendada por día”, analizó.
En ese sentido, dijo que “hay que desmitificar que los alimentos saludables son los más caros” y recomendó explorar otras maneras de comprar, en referencia a la oferta de ferias, con precios justos.
“Las legumbres, por ejemplo, están desvalorizadas”, sostuvo. “Constituyen un alimento vegetal rico en proteínas, en fibras y en muchísimos minerales. Es protector del colon, además. Y una taza de legumbres se triplica en cantidad”, agregó.
¿Qué pasa con el conteo de calorías?
La especialista sugirió quitarle la connotación negativa a la palabra dieta, que en nuestro diccionario cotidiano está vinculada a la restricción de alimentos y a “pasarla mal”.
“La palabra dieta es la alimentación en sí misma no es ninguna mala palabra. Lo que yo no comparto son los planes alimentarios que implican un conteo de las calorías. Sí creo que hay que aprender a comer, aprender a elegir qué comer y eso implica poner límites, porque el límite es algo que cuida”.
En ese sentido, explicó que “la clave está en pensar la calidad de lo que estás comiendo”. Y ejemplificó: “Con el conteo de calorías se hacen comparaciones erróneas y peligrosas, porque con ese criterio, elegimos una barrita de cereal en lugar de una manzana porque tiene diez calorías menos, pese a que contiene aditivos y conservantes malos para la salud. Y eso está mal. Nuestras células no reconocen calorías, reconocen nutrientes. Hay que pensar en la calidad y no tanto en la suma final calórica”.
(DIB) - Suplemento Vida y Salud