Según datos recientemente publicados por el Ministerio de Salud de la Nación, correspondientes al 2020, el país tuvo nuevamente una baja en la tasa de fecundidad. Los expertos atribuyen estas cifras a múltiples causas, entre ellas, cambios culturales por una mayor prioridad en proyectos individuales, tiempo de ocio y un marcado descenso en la tasa de embarazos adolescentes.
En diálogo con Radio Universidad, Enrique Peláez, investigador en el Centro De Investigaciones y Estudios Sobre Cultura y Sociedad (CCT-CONICET-Córdoba), realizó un análisis de la última medición llevada a cabo por la cartera de Salud nacional, en la cual se registra que la tasa de fecundidad, es decir, el número de hijos por persona gestante, se ubica en 1,54, el valor más bajo de la historia del país.
“En promedio, las mujeres argentinas tuvieron menos de dos hijos en el 2020, por lo cual la tasa de fecundidad bajó hasta 1,54. Es una cifra que está muy por debajo de países como Suecia y Noruega, por mencionar un ejemplo”, mencionó.
A su vez, Peláez aseguró que estos cambios culturales que marcan una baja en la tasa de natalidad no son específicos de Argentina, sino que se trata de una tendencia que se está dando en todo el planeta, con distintas particularidades según cada región o país.
“Existe un cambio cultural en el cual priman más los proyectos individuales, ya sea de estudio, profesionales o por dedicar más tiempo al ocio. También ocurre que hay un cambio de paradigma en los mandatos sociales: hace unas décadas, gran parte de las mujeres no concebían sus productos de vida sin el hecho de la maternidad. Hoy ya no es exclusivamente así”, comentó el experto.
En este mismo sentido, continuó: “Para muchas mujeres no está dentro de su proyecto de vida la maternidad y en muchas otras se posterga la decisión de tener o no tener hijos a edades más avanzadas, lo cual entra a competir con las capacidades de fertilidad, que, a largo plazo, tendrá consecuencias en la tasa de natalidad”.
Para Peláez, otro factor del descenso en la fertilidad se explica por un mayor acceso a métodos anticonceptivos y la baja en el promedio de embarazos adolescentes no deseados. “. En Argentina, como en América Latina en general, la cifra era particularmente alta”, apuntó.
“En 2017, se inició el Programa Nacional de Prevención del Embarazo Adolescente. Si bien es prematuro evaluarlo, ya se observó en los últimos relevamientos que las cifras de fecundidad adolescentes cayeron más de un 60 por ciento. Esto es un dato positivo, porque muchas veces se asocia el hecho de ser madre precoz con mayor probabilidad de deserción escolar y, por ende, mayor probabilidad de acceso a un empleo de menor calificación. En estos casos, fue fundamental la aplicación de una política pública”, afirmó el doctor en Demografía.
“Hay muchos aspectos a tener en cuenta. América Latina es el continente de las desigualdades. Por eso, no hay que quedarse solo con las cifras nacionales, que representan únicamente una parte, es necesario realizar una segmentación por estratos sociales, económicos, educativos, en donde antes sí se veía una de una brecha entre los estratos más instruidos y menos instruidos que era de más del doble, mientras que ahora, la diferencia se está reduciendo”.
Censo 2022 y proyecciones futuras
El desafío de este año para los profesionales de la demografía será, sin dudas, las cifras que arroje el próximo Censo 2022. “La última proyección nacional fue en 2013, posterior al Censo 2010. Evidentemente quedó obsoleta porque, tanto en Argentina como en otros países, no se proyectó una baja tan notable en la fecundidad y aun nos quedan por analizar factores correspondientes a la pandemia y el tiempo de aislamiento”.
Tras el análisis de los resultados, desde el Ministerio de Salud aseguran que es necesario pensar en el inminente aumento de personas mayores en la población argentina, lo cual genera tres grandes desafíos desde el punto de vista de políticas públicas: los sistemas de seguridad social, los sistemas de salud para las personas mayores y el cuidado de este grupo poblacional en crecimiento.
“A medida que vamos aumentando la edad, vamos perdiendo muchas veces autonomía y necesitamos apoyo para hacer las actividades de la vida diaria. Habrá que planificar políticas públicas nacionales en torno a esta problemática asociada”, concluyó Peláez.
Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM)