El Día Internacional Sin Bolsas Plásticas, conmemorado cada 3 julio, representa una oportunidad para promover hábitos más amigables con el ambiente y repensar el valor de los materiales que usamos a diario. Ecoplas, la asociación civil especializada en plásticos y medioambiente, invita a tomar conciencia acerca del potencial de este material y su rol dentro de la economía circular, lejos de los prejuicios y la prohibición.

Las bolsas plásticas son prácticas y seguras ya que protegen alimentos y productos en su acarreo, pero por sobre todo son reutilizables y reciclables y por esto, es importante llenarlas hasta el tope para aprovecharlas y minimizar su consumo.
Si consideramos que, en Argentina, se reciclan más de 290 mil toneladas de plásticos al año, y gran parte de ese proceso comienza en el hogar, su principal reuso es como bolsa de residuos, por lo cual, se convierten en el primer eslabón que nos permite realizar una correcta separación domiciliaria, que depende de todos consumidores. Además, es la primera etapa en el proceso de reciclado donde los materiales volverán a aprovecharse para fabricar nuevos productos.
También son reciclables. Al final de su vida útil, se convierten en un recurso más para fabricar nuevos productos, como mobiliarios para plazas o escuelas, caños de riego, bolsas de consorcio, etc. Disponerlas bien es contribuir a generar plásticos con propósito, y sobre todo no permitir que terminen en un rellenos sanitarios, o queden dispersas en el ambiente.
Para Verónica Ramos, Directora Ejecutiva de Ecoplas, “frente a las propuestas que buscan ‘desplastificar’ los ámbitos de la vida cotidiana, proponemos en cambio ser parte de la solución, diseñando , utilizando y gestionando los plásticos de manera consciente para hacerlos circulares. Con políticas públicas, educación y tecnologías adecuadas, podemos integrarlas a un circuito circular que minimice su impacto ambiental y potencie su valor como recurso”, agrega.
Gracias a avances en el diseño y la tecnología, las bolsas de supermercado redujeron su peso en un 66%, sin perder capacidad de carga ni resistencia, lo que las hace aún más reutilizables. En paralelo, las normas IRAM 13610 y 13615 promueven el uso de bolsas estandarizadas, reutilizables y reciclables, permiten optimizar su uso y facilitan la recolección diferenciada en todo el país.
Consumo consciente
Ecoplas propone fomentar su uso responsable, promover su reutilización y garantizar su reciclaje mediante sistemas adecuados de gestión de residuos, permitiendo extender su ciclo de vida, reducir su impacto ambiental y aprovechar su valor como recurso, y así integrarlas de manera efectiva en una economía circular. Por este motivo, la organización detalla una serie de realidad para derribar mitos construidos alrededor de las bolsas plásticas:
- Mito 1: Las bolsas plásticas no son reciclables.
- Realidad: Son de polietileno, material 100% reciclable y pueden transformarse en nuevos productos, como otras bolsas, caños, bancos, mobiliario, baldes etc.
- Mito 2: Prohibir las bolsas plásticas es la mejor solución para el medio ambiente.
- Realidad: La prohibición no soluciona el problema. La verdadera clave está en gestionarlas correctamente, fomentando su reutilización y reciclaje, y promoviendo estrategias educativas y políticas públicas que apoyen la economía circular.
- Mito 3: Las bolsas de supermercado son de baja calidad o no resistentes.
- Realidad: Gracias a avances tecnológicos, estas bolsas han reducido su peso en un 66%, sin perder resistencia y aumentando su capacidad.
- Mito 4: No es posible gestionar sosteniblemente las bolsas plásticas a largo plazo.
- Realidad: Con normativas estandarizadas, sistemas de reciclaje y campañas de educación, es posible integrar las bolsas en un ciclo circular que beneficie al ambiente, a los consumidores y a la economía.
Certificaciones y capacitaciones
Para impulsar su reciclaje, además, el organismo promueve la certificación “La Manito”, una ecoetiqueta que identifica bolsas y films de polietileno reciclables que facilita el reconocimiento del material reciclable y refuerza el compromiso con la economía circular.
En paralelo, capacita a cooperativas de recuperadores urbanos, docentes, estudiantes y gobiernos locales en buenas prácticas de separación y reciclado. Estas acciones permiten integrar a distintos sectores de la sociedad en una misma cadena virtuosa: la que convierte residuos en nuevos productos, reduce la contaminación y genera empleo.
“La energía mejor invertida es la que va dirigida a construir una cultura sustentable”, señala Ramos y sentencia: “Necesitamos ciudadanos bien informados, activos y conscientes de que cada bolsa bien usada puede marcar una diferencia en el ambiente y en nuestra calidad de vida”.