CUENTICUÉNTICO

Por Eduardo Rivas – El pasado 2 de noviembre presentábamos el informe de las elecciones generales realizada el domingo anterior y allí hacíamos notar las irregularidades que habíamos detectado en los telegramas del escrutinio provisorio y expresábamos que esas anomalías debían saldarse en el escrutinio definitivo, donde no se recuentan todas las mesas, pero donde debe garantizarse que los datos consignados en cada mesa sean los que corresponden a los votos emitidos. Más aún, dado lo escasa de la diferencia que separaba al cuarto concejal de Juntos por el Cambio del séptimo edil del Frente de Todos, entendíamos que sería un escrutinio complejo, sin embargo nos equivocamos. Rápidamente se resolvió el resultado de la elección zarateña.

El escrutinio definitivo, lejos de garantizar la transparencia de las elecciones, arroja más dudas que certezas, trataremos de ir poco a poco a fin de ser lo más claros posible, puesto que lejos de tener las respuestas, queremos compartir los cuestionamientos que nos hacemos al comparar la información del escrutinio definitivo contrastada con el escrutinio provisorio.

Según los datos difundidos, en las elecciones del pasado 27 de octubre se emitieron en Zárate 79.394 votos, número menor al real porque se contabilizaron 277 de las 279 mesas habilitadas para las elecciones nacionales y no están incorporadas las mesas de extranjeros. Al respecto, entonces, las primeras dudas son, ¿por qué no se presenta la totalidad de la información? ¿qué pasó con esas mesas? ¿cuáles son?

Cuando uno compara el número de votos del escrutinio final contra el del escrutinio provisorio en la categoría local nota que hay un faltante de 527 sufragios, probablemente provenientes de dichas mesas, pero lo curioso es que sin haber abierto las urnas con anomalías, que superaban el 30% del total, se pueda llegar a datos concluyentes, más aún cuando la diferencia de votos en la categoría de gobernador es de 652 votos. Quienes votan a ambas categorías son los mismos electores, con lo cual no queda en claro donde se generan los 125 votos de diferencia entre ambas categorías.

Inicialmente hay que exigir transparencia en el escrutinio para que los números reflejen la realidad, pero además, en esta elección puntual, puede parecer una nimiedad este 0,15% del total de votos, pero dado lo ínfima que es la diferencia que separa a las dos fuerzas más votadas, en la obtención de la banca en disputa, es fundamental la transparencia del escrutinio, ¿hoy se puede garantizar que es así?

Veamos entonces el caso local. Según el escrutinio definitivo todas las fuerzas pierden votos respecto al escrutinio provisorio, menos el Frente NOS que incrementa su caudal. ¿Cuándo se contaron esos votos? ¿El escrutinio provisorio estaba mal? ¿Estaba mal la información que se transmitió? Muchas dudas.

Por si fuera poco, el escrutinio definitivo incluye votos recurridos, que por definición deben ser contabilizados de alguna manera en este conteo final, ¿por qué no se contaron? Cómo es posible semejante yerro en la información brindada por la Secretaría del Juzgado Electoral?

Quedan muchas dudas por dilucidar, quizás al momento de la publicación oficial de los resultados definitivos puedan evacuarse, y sería interesante poder contar con el acta definitiva de cada una de las mesas para poder comparar con los resultados transmitidos a través de los telegramas el día de la elección y poder entender, en consecuencia, qué grado de certeza tiene la información brindada.

Mientras tanto, este conteo se parece más a un cuento, parafraseando a aquel grupo musical infantil, parece un cuenticuéntico.