La investigación vincula esta afección de salud mental con el sistema inmunológico. Lograron una precisión del 80%.
Un estudio llevado a cabo por investigadores del CONICET abre el camino para que la depresión pueda diagnosticarse a través de la sangre. La investigación fue publicada en la revista Translational Psichiatry de Nature.
La depresión es una de las enfermedades mentales más frecuentes en el mundo. Se estima que más de 300 millones de personas la padecen, y en Argentina, se calcula que alrededor del 5,7 por ciento de la población sufre algún trastorno del estado de ánimo. En ese contexto, una evidencia crece con fuerza: la relación entre la depresión y el funcionamiento del sistema inmunológico.
Un equipo de investigación liderado por Federico Daray y Andrea Errasti, especialistas del CONICET en el Instituto de Farmacología de la UBA, decidió analizar esa relación entre sistema inmune y salud mental para determinar si es posible identificar a los pacientes con depresión a través del análisis de la respuesta inmune en sangre.
El resultado los sorprendió: lograron hacerlo con una precisión de más del 80%. La pista surgió de las modificaciones en células específicas del sistema inmunológico. “Observamos, además, la existencia de tres subgrupos de pacientes depresivos con distintos perfiles inmunológicos lo que abre la puerta para que futuros estudios de seguimiento permitan saber si estos subgrupos son distintos tipos de depresiones inflamatorias o diferentes estadios de una misma enfermedad”, explicó Daray, de acuerdo a un comunicado del CONICET.
Estudios previos aseguran que en la cantidad y activación de ciertas células inmunes, junto con niveles elevados de marcadores inflamatorios, están asociadas al desarrollo y mantenimiento de la depresión. “Decidimos emprender este estudio debido a la creciente evidencia que sugiere una relación entre el sistema inmunológico y la depresión. Al iniciar el estudio, la mayoría de los trabajos se habían focalizado en marcadores humorales del sistema inmune, en particular las citoquinas, pero nuestro grupo tenía mucha experiencia en la evaluación sistema inmune celular innato y adaptativo, es decir, de células como linfocitos y monocitos. Por eso nos centramos en estos marcadores”, indicó Errasti.
El estudio se tituló Descifrando la firma inflamatoria del episodio depresivo mayor: perspectivas a partir de la inmunofenotipificación periférica en estado activo y en remisión, un estudio de casos y controles. “Buscamos identificar un panel de biomarcadores que puedan ayudar a distinguir subgrupos de pacientes depresivos y que sean la base para futuros estudios que intenten predecir la evolución de la enfermedad o la respuesta al tratamiento, que es un campo en expansión y muy atractivo, con mucho potencial traslacional”, aseveró la especialista.
Los pacientes que presentan depresión, en la actualidad, se tratan igual que hace treinta años: con fármacos llamados “Inhibidores de la Recaptación de Serotonina” (IRS). Daray precisó que “dos tercios de los pacientes no responden a estos tratamientos o lo hacen de manera parcial”, y en esa línea, expresó: “La modulación del sistema inmune puede ser una vía atractiva, sobre todo pensando en el reposicionamiento de fármacos que hoy ya están disponibles para otras indicaciones”.
Trabajo científico
El trabajo comenzó en 2018 pero la pandemia lo puso en pausa. En diciembre de 2022, con 121 pacientes reclutados, comenzó a tomar forma. El estudio consistió en la evaluación clínica de pacientes con depresión en diferentes estadios de la enfermedad. Para esto realizaron una entrevista diagnóstica y utilizaron diferentes escalas para medir la severidad de la depresión. Además, incluyeron como comparadores sujetos sanos de la misma edad y sexo que los pacientes. Para todos los participantes obtuvieron una muestra de sangre con las que se llevaron a cabo análisis de perfiles inmunológicos mediante citometría de flujo y medición de varios marcadores inflamatorios en plasma.
De esa manera, el equipo científico que realizó el estudio logró una comprensión integral del sistema inmunológico en pacientes con depresión en diferentes etapas de la enfermedad y los comparó con sujetos del mismo sexo y edad sanos. Así confirmó que en pacientes con depresión se vislumbra un incremento en el número de monocitos -que son células de la respuesta inmune innata-, especialmente de “los subtipos intermedios y no clásicos de monocitos, a expensas de los monocitos clásicos”, aclaró Daray. Eso sugiere que existe una activación de este tipo de células en pacientes con depresión. “Además, observamos un aumento en la activación de los linfocitos T CD4 y en los marcadores de agotamiento de estas células en pacientes con depresión en comparación con los controles sanos. También detectamos en los pacientes con depresión un incremento significativo en la frecuencia de un grupo de células T reguladoras CD4+CD25+FOXP3+, lo que podría reflejar una respuesta inmunológica antiinflamatoria compensatoria. Finalmente, observamos niveles elevados de marcadores solubles de neuroinflamación, como sTREM2 e IL-17ª”, aseguró Errasti.
Panel de biomarcadores
Utilizando técnicas de aprendizaje automático, los especialistas identificaron un panel de biomarcadores que pueden discriminar entre pacientes con depresión y controles sanos con una precisión de clasificación del 83,8%. La mayoría de los marcadores que discriminan a ambos grupos están relacionados con la activación de células inmunes. “Fue un hallazgo sorprendente para nosotros ya que no esperamos niveles tan elevados de precisión para la clasificación de esos pacientes y que los marcadores que más discriminan entre estos grupos sean los marcadores de inmunidad celulares y no tanto los humorales”, remarcó Daray. “Otro hallazgo sorprendente fue la identificación de tres subgrupos inmunológicos distintos entre los pacientes con depresión mediante un análisis de clústeres; futuros estudios longitudinales permitirán saber si estos son distintos grupos de depresiones inflamatorias o estadios de una misma enfermedad. Esto podría tener importantes implicaciones para la personalización de los tratamientos inmunológicos en pacientes depresivos”, destacó el investigador.
Si prospera el estudio, en un futuro cercano la medición de estos marcadores en sangre podría complementar las evaluaciones clínicas para el diagnóstico de la depresión. Además, la identificación de subtipos de depresión inflamatoria abre la puerta a la aplicación terapéutica con fármacos dirigidos a bloquear estos targets inmunológicos, lo cual podría modificar el curso de la enfermedad. “Actualmente, se están llevando a cabo numerosos estudios con fármacos que modifican la respuesta inflamatoria y que podrían tener un efecto antidepresivo. Es probable que, como resultado de estos estudios, en los próximos años tengamos nuevas herramientas terapéuticas para tratar la depresión”, aseguró el investigador. (DIB) ACR